miércoles, 18 de septiembre de 2019

CONVENTO DE SAN GIL. ACTUALES CORTES DE CASTILLA-LA MANCHA.


En el año 1557 llegan a Toledo un grupo de frailes pertenecientes a la orden de los franciscanos descalzos de San José. Estos religiosos profesaban los votos de pobreza, humildad y predicación del. No tenían medios económicos propios de subsistencia.

En aquella época en Toledo había alrededor de 60.000 habitantes, por lo que estaba prohibido construir dentro de las murallas. Por esta razón se instalan en un edificio cedido por un caballero de la Orden de Santiago y su mujer. La vivienda estaba fuera de la muralla muy cerca de un riachuelo en el Paseo de la Rosa.

Allí permanecen 5 años. Durante este tiempo el recinto donde viven se inunda en cinco ocasiones, debido a las crecidas del riachuelo, quedando en la última inundación el edificio totalmente anegado y enfangado, lo que provocó graves enfermedades a los monjes. Por otra parte, la comunidad incurre unas de sus reglas más importantes: la obligación de evangelizar, dada la lejanía del convento al centro urbano. Estar en extramuros significaba  también estar alejados de las relaciones sociales, económicas, políticas y eclesiásticas de la ciudad.

Por estas razones, en el año 1607, el Arzobispo de Toledo les da permiso para trasladarse intramuros, dentro de la muralla. Los mecenas encargados de sufragar los gastos de la nueva vivienda de los franciscanos fueron los hermanos clérigos D. Francisco y D. Juan de Herrera.

En principio se trasladan a la iglesia de San Miguel, mientras se construyen lo que sería la iglesia y el convento de San Gil, denominado coloquialmente como de los gilitos. El nombre de San Gil hace referencia a los primeros monjes de esta orden, que procedencia del Convento de San Gil de Madrid.

Se utiliza la instalación de una casa de huérfanos  perteneciente a la iglesia de San Cebrián, a la que se unen 15 viviendas más de los alrededores. Esta grandiosidad de edificaciones era normal en la época, convirtiéndose estos conventos en pequeñas ciudades, aisladas y cerradas, dentro del propio Toledo.

La construcción de la iglesia y establecimiento definitivo en este convento por parte de los gilitos no se hace efectiva hasta el año 1618, según consta en una lápida existente en la iglesia. El monasterio entero no se termina hasta el año 1625.

Tras varios años de pujanza y esplendor de la orden, los descendientes de los hermanos Herrera empiezan a desentenderse de la financiación a esta fundación conventual. Los monjes se costean a duras penas durante algunos años, gracias a las aportaciones del ayuntamiento, del rey y de particulares.

Con la llegada de la desamortización eclesiástica de Mendizábal, en el año 1840 este edificio es exclaustrado, pasando a ser propiedad municipal.

Durante los años posteriores el Ayuntamiento le da usos fueron muy diversos. Entre 1830 y 1939 fue cárcel provincial. Hasta 1939 pasa a ser cuartel de la Guardia Civil. Posteriormente, hasta 1985 se usó como parque de bomberos. También se usó como almacén y archivo de notarías.

El edificio se fue deteriorando hasta que el 31 de mayo de 1986 se rehabilita adecuadamente y pasa a ser sede de las actuales Cortes de Castilla-La Mancha, siendo lo que era la iglesia el actual Salón de Pleno.

La iglesia era muy sencilla. Tenía una nave sin capillas laterales, una capilla mayor y a sus pies el coro. En la capilla mayor fueron enterrados los fundadores Juan y Francisco de Herrera, mientras que a lo largo del suelo estaba las sepulturas de los frailes. Hoy, algunas de las losas de pizarra con que estaban cubiertas las podemos encontrar en el patio del convento tras una de las remodelaciones llevadas a cabo en él.

Para finalizar, no podemos dejar de mencionar las excavaciones que se han llevado a cabo en las inmediaciones que pertenecieron al convento. En ellas, se han documentado unas tenerías islámicas; una cerca de mampostería que podría ser uno de los límites de la judería; y, por la Calle de San Gil, unos aljibes y dos viviendas.

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