En el año 1557 llegan a Toledo un grupo de frailes pertenecientes
a la orden de los franciscanos descalzos de San José. Estos religiosos
profesaban los votos de pobreza, humildad y predicación del. No tenían medios
económicos propios de subsistencia.
En aquella época en Toledo había alrededor de 60.000
habitantes, por lo que estaba prohibido construir dentro de las murallas. Por
esta razón se instalan en un edificio cedido por un caballero de la Orden de
Santiago y su mujer. La vivienda estaba fuera de la muralla muy cerca de un
riachuelo en el Paseo de la Rosa.
Allí permanecen 5 años. Durante este tiempo el recinto donde
viven se inunda en cinco ocasiones, debido a las crecidas del riachuelo,
quedando en la última inundación el edificio totalmente anegado y enfangado, lo
que provocó graves enfermedades a los monjes. Por otra parte, la comunidad
incurre unas de sus reglas más importantes: la obligación de evangelizar, dada
la lejanía del convento al centro urbano. Estar en extramuros significaba también estar alejados de las relaciones
sociales, económicas, políticas y eclesiásticas de la ciudad.
Por estas razones, en el año 1607, el Arzobispo de Toledo
les da permiso para trasladarse intramuros, dentro de la muralla. Los mecenas encargados
de sufragar los gastos de la nueva vivienda de los franciscanos fueron los
hermanos clérigos D. Francisco y D. Juan de Herrera.
En principio se trasladan a la iglesia de San Miguel,
mientras se construyen lo que sería la iglesia y el convento de San Gil,
denominado coloquialmente como de los gilitos. El nombre de San Gil hace
referencia a los primeros monjes de esta orden, que procedencia del Convento de
San Gil de Madrid.
Se utiliza la instalación de una casa de huérfanos perteneciente a la iglesia de San Cebrián, a
la que se unen 15 viviendas más de los alrededores. Esta grandiosidad de
edificaciones era normal en la época, convirtiéndose estos conventos en
pequeñas ciudades, aisladas y cerradas, dentro del propio Toledo.
La construcción de la iglesia y establecimiento definitivo
en este convento por parte de los gilitos no se hace efectiva hasta el año
1618, según consta en una lápida existente en la iglesia. El monasterio entero
no se termina hasta el año 1625.
Tras varios años de pujanza y esplendor de la orden, los descendientes
de los hermanos Herrera empiezan a desentenderse de la financiación a esta
fundación conventual. Los monjes se costean a duras penas durante algunos años,
gracias a las aportaciones del ayuntamiento, del rey y de particulares.
Con la llegada de la desamortización eclesiástica de Mendizábal,
en el año 1840 este edificio es exclaustrado, pasando a ser propiedad
municipal.
Durante los años posteriores el Ayuntamiento le da usos
fueron muy diversos. Entre 1830 y 1939 fue cárcel provincial. Hasta 1939 pasa a
ser cuartel de la Guardia Civil. Posteriormente, hasta 1985 se usó como parque
de bomberos. También se usó como almacén y archivo de notarías.
El edificio se fue deteriorando hasta que el 31 de mayo de
1986 se rehabilita adecuadamente y pasa a ser sede de las actuales Cortes de
Castilla-La Mancha, siendo lo que era la iglesia el actual Salón de Pleno.
La iglesia era muy sencilla. Tenía una nave sin capillas
laterales, una capilla mayor y a sus pies el coro. En la capilla mayor fueron
enterrados los fundadores Juan y Francisco de Herrera, mientras que a lo largo
del suelo estaba las sepulturas de los frailes. Hoy, algunas de las losas de
pizarra con que estaban cubiertas las podemos encontrar en el patio del
convento tras una de las remodelaciones llevadas a cabo en él.
Para finalizar, no podemos dejar de mencionar las
excavaciones que se han llevado a cabo en las inmediaciones que pertenecieron
al convento. En ellas, se han documentado unas tenerías islámicas; una cerca de
mampostería que podría ser uno de los límites de la judería; y, por la Calle de
San Gil, unos aljibes y dos viviendas.
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