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viernes, 20 de enero de 2023

LA SAL EN LA HISTORIA

 

La sal es un mineral blanco y cristalino que en la actualidad sólo lo conocemos como condimento para dar sabor a los alimentos. Curiosamente también se utiliza para la fabricación de objetos como el vidrio o los neumáticos.

Es considerado el condimento más antiguo que conoce el ser humano. Tan importante era para nuestros antepasados, que la mayoría de las grandes ciudades actuales están ubicadas en ese lugar y no en otro, debido a que había cerca un yacimiento de sal. Tener o no sal en la antigüedad era la diferencia entre la vida y la muerte, pues este mineral permitía conservar los alimentos, aumentando de esta manera la duración de los mismos y pudiéndolos comer cuando escaseaban en la naturaleza, sobre todo en invierno.

El nombre de la ciudad de Salzburgo en Austria significa ciudad de la sal, debido a que aquí fue donde se encontró la primera mina de sal de Europa de la que se tiene constancia. Esta mina de sal primero fue explotada por los celtas y más tarde por los romanos. Hasta tal punto fue importante la sal en época romana, que la mayoría de los asentimientos procuraban que estuviese cerca de un yacimiento de sal. Incluso denominaban “vías salarias” a todas las rutas importantes que conectaban sus ciudades. La palabra salario deriva de la cantidad de sal que se les daba a los legionarios romanos como forma de pago.

Las primeras informaciones documentadas sobre la extracción y utilización de la sal la encontramos en China, no en vano el norte del país es una zona montañosa y muy rica en lagos salados. También hay referencias de la utilización de la sal en ritos funerarios en el antiguo Egipto, incluso se han llegado a encontrar momias salvaguardadas con sal.

Los yacimientos de sal actuales que hay en la tierra están situados en lugares donde hace millones de años hubo un mar salado, cuya agua se evaporó, quedando la sal. Expertos han calculado que cada gota del mar contiene un 3,5% de sal.

Hay hasta expresiones y refranes ensalzando la sal como “su amiga es la sal de la fiesta”, para referirse a que es la que ameniza la velada, “en todo manjar, buena es la sal” o “cena sin vino y olla sin sal, no es manjar”.



domingo, 7 de agosto de 2022

ENJALBEGAR.

 

Cada verano en muchas localidades del centro y sur de España las paredes de las casas se pintaban de blanco con cal, dando lugar a la actividad denominada enjalbegar, jalbegar, encalar, blanquear o pintar con cal, siempre dependiendo de la zona o incluso del pueblo.

Este trabajo lo hacían por lo normal las mujeres, bien temprano, antes de que el sol empezase a calentar con fuerza. Se ponían su bata de manga larga llena de gotas de años anteriores con algún que otro agujero, se anudaban en la cabeza un pañuelo para no mancharse el pelo, limpiaban bien la calle donde se encontraba la pared a pintar, para que si se levantaba el viento no ensuciase lo pintado, vertían la cal que mezclaban con agua en recipientes reciclados y empezaban la tarea de mojar un escobón en la cal y lucir las paredes, que quedaban blancas y relucientes con el reflejo del sol.

Pueblos enteros de España han llegado a nuestros días con sus paredes blancas, siendo ahora emblemas turísticos. En Toledo nos encontramos con una plaza denominada de Valdecaleros. Algunas fuentes apuntan a que aquí se descargaba la cal que traían de pueblos dedicados a este oficio. En la Edad Media hay documentos que sitúan aquí al denominado barrio de caleros, que probablemente fue derivando hacia val en lugar de barrio. En el pueblo toledano de Orgaz hay una escultura recordando el oficio del calero (foto).

Pero a lo largo de la historia no sólo se ha utilizado la cal para proteger y lucir las paredes, sino también con usos sanitarios. Durante el siglo XVIII se obligó por ley a encalar las paredes interiores de hospitales e iglesias para evitar epidemias y como medida de higiene. Estas medidas se extendieron a las casas particulares, convirtiéndose en costumbre pintar las casas no sólo en verano sino también en momentos puntuales significativos, como las fiestas del pueblo, el día de los santos pintando las lápidas o cuando fallecía alguien en casa enjalbegando su habitación. La razón más lógica y plausible de la utilización de la cal es lo económico del producto, pues dar color siempre era más caro.

Durante muchos años uno de los oficios artesanos ya desaparecidos era el de calero. Las caleras eran antiguos hornos donde se cocían las piedras calizas que se encontraban en las tierras cercanas de labor convirtiéndose en la cal viva que luego se utilizaba para pintar. La mayoría de estos hornos se construían bajo tierra a unos tres o cuatro metros de profundidad en forma circular con una entrada para colocar las piedras calizas alrededor de las paredes.

De esta actividad ha llegado a nuestros días expresiones como “una de cal y otra de arena” o “cerrar algo a cal y canto”.

Visitando mi blog puedes conocer otros oficios medievales desaparecidos como los de: molineros, damasquinadores, gancheros, curtidores, bataneros, etc. https://descubretoledoconmanuel.blogspot.com/search/label/OFICIOS

 



viernes, 26 de noviembre de 2021

OFICIOS MEDIEVALES JUNTO AL RIO TAJO.

 

Situados al sur del casco histórico, fuera de la muralla, y aprovechando el agua del Tajo, se desarrollaron en Toledo varios oficios en el denominado actualmente Barrio de Curtidores o Tenerías. Conozcamos algunos de ellos:

CURTIDORES. Esta industria se llevó a cabo en la referida zona cercana al Tajo para tratar y curtir las pieles de animales y su posterior venta, de ahí el nombre actual del barrio. Las tenerías son los talleres donde se curten y trabajan las pieles.

Se situó aquí debido a que era más fácil abastecerse de agua al estar junto al río. También influyó el hecho de que se evitaban los olores que este tipo de trabajos deprendía, al estar colocado a extramuros de la ciudad.

TINTOREROS. Un poco más arriba se situaban los tintoreros. Este oficio artesano se ocupaba de teñir las prendas y tejidos para vestir.

También necesitaban del agua para realizar su trabajo, de ahí su situación cerca del río Tajo. Este oficio fue muy demonizado por la iglesia.

BATANES. Situado en la ribera del río, se cree que pudo haber un batán, que no es otra cosa que una máquina destinada a compactar los tejidos, haciéndolos más tupidos. Funcionaba gracias a la fuerza del Tajo y la presa que había junto al batán, lo que provocaba una fuerte corriente de agua, que hacía mover una rueda hidráulica, que a su vez activaba una especie de mazas que golpeaban las prendas hasta compactarlas.

MOLINOS EN EL TAJO. Ya os hablé de ellos. Lo puedes leer y ver fotos en mi blog: https://descubretoledoconmanuel.blogspot.com/2019/09/molinos-medievales-en-el-tajo.html

Otras edificaciones que podemos encontrar en esta zona son:

LOS BAÑOS DE TENERÍAS. Son unos restos arqueológico situados cerca de lo que actualmente es la iglesia de San Sebastián, que en su día era una mequita musulmana denominada Al-Dabbagin. Se cree que son uno de los 6 baños árabes que tuvo Toledo, y que se utilizaban normalmente para llevar a cabo la ablución de purificación antes de acceder a los rezos a la mezquita. Se pueden visitar y están rehabilitados. Su construcción está datada a comienzo del siglo XI.

LA TORRE DEL HIERRO. Se cree que fue una torre de defensa de una puerta llamada del Hierro que habría en esta zona hacia el siglo XII. Formaba parte de la muralla defensiva de Toledo, pegada al río Tajo, situada actualmente cerca de donde está la casa del diamantista. Hasta su reconstrucción en los años 70 estaba muy abandonada y en ruinas.

Además de defensiva también sería una puerta para cobrar impuestos a los comerciantes y mercaderes que llegaban a Toledo por aquí una vez que cruzaban el Tajo.

Debido a la cercanía de los molinos de harina que había en el Tajo, probablemente existiría en esta puerta una báscula para pesar la harina.










sábado, 6 de febrero de 2021

OFICIOS Y PROFESIONES DE LOS JUDIOS TOLEDANOS DURANTE LA EDAD MEDIA.

Durante los siglos correspondientes al reinado hispano-visigodo y musulmán (del V al XI), los judíos que vivían en Toledo tenían un nivel económico similar al de otros grupos sociales o religiosos.

En esta época tendrían oficios como mercaderes, asalariados, jornaleros del campo, propietarios agrarios o administradores de fincas cristianas. Posiblemente, la inmensa mayoría de los judíos fueran tan pobres como los cristianos.

Con la conquista de Toledo a los musulmanes, la mayoría de los reyes cristianos tuvieron una actitud favorable a la comunidad judía por dos razones principales: para utilizarlos en el desempeño de funciones importantes en la corte, sobre todo en lo relacionado a las finanzas, y para repoblar los territorios conquistados a los musulmanes.

De esta forma, a partir del siglo XII y hasta su expulsión por los Reyes Católicos en el año 1492, se podría hablar de cuatro actividades a las que se dedicaban los judíos:

-PRESTAMISTAS. La prohibición de la iglesia a que un cristiano prestara cobrándole intereses a otro, condujo a los hebreos de clase media-alta a la práctica del préstamo dinerario cobrando intereses, frecuentemente como actividad complementaria.

-EL COMERCIO. Se interesaban por el comercio de corto y medio alcance, normalmente dentro de la propia ciudad de Toledo. Nos encontrábamos con buhoneros (vendedores ambulantes, lenceros (vendedores de lienzos y telas), roperos (vendedores de ropa), tenderos o carniceros.

-MÉDICOS Y BOTICARIOS. Se podía encontrar a muchos judíos vinculados a tareas de naturaleza médica y sanitaria. Pero los que más destacaban eran los boticarios o especieros, dedicados a la preparación de medicamentos.

A finales de la Edad Media fueron acusados de utilizar sus conocimientos para hacer conjuros o matar a cristianos, por lo que algunas leyes coartaron el desarrollo de estos oficios.

-LA ARTESANÍA. Los artesanos hebreos pertenecían a la población de clase media-baja, y era el grupo que mejor representaba social y profesionalmente a la comunidad judía en la Edad Media. Muchos de estos oficios ya han desaparecido o están en desuso. Se dedicaban a los siguientes sectores:

El textil: tejedores, calceteros (personas que hacen medias y calcetas), colcheros (su oficio era hacer o vender colchas), cordoneros (dedicados a la fabricación de cordones, flecos o borlas), etc.

La artesanía del cuero: zapateros, curtidores de pieles, jubeteros (fabricantes de jubetes, prendas de piel cubiertas de malla de hierro), etc.

La metalurgia: cerrajeros, herreros, latoneros (los que trabajaban el latón, realizando con él todo tipo de objetos y utensilios), etc.

La mujer estaba habitualmente dedicada a las tareas domésticas, aunque hay referencias a dos actividades que ejercían: el de lavandera y el de panderetera (fabricante de panderetas).

Por lo que respecta a la agricultura y ganadería, apenas se dedicaron a estos oficios, puesto que las leyes cristianas les prohibieron poseer fincas. Sólo tenían un pequeño huerto dentro de sus casas.

Os detallo muchos otros oficios curiosos desarrollados por los judíos en la Edad Media, la mayoría desaparecidos:

Alfayate: Hombre o mujer cuyo oficio es cortar y confeccionar trajes, especialmente de hombre.

Albardero: fabricante de albardas, aparejos y jalmas (sillas de montar) para caballerías.

Alhamarero: persona que tiene por oficio fabricar alhamares (mantas o colchas rojas).

Batidor: el que hace panes de oro o plata para dorar o platear.

Aljofarero: artesano que trabaja con aljófares (perlas irregulares).

Cardador: aquel que prepara la lana para su posterior hilado.

Platero: el que labra la plata o vende objetos labrados de plata, oro o joyas con pedrería.

Chapinero: fabricante de chapines (chanclos usados por las mujeres y realizados en corcho forrado de cuero de cabra).

Odrero: persona que hace o vende odres (recipientes de cuero para conservar líquidos).

Peinador: obrero que desenreda y limpia la lana y el pelo de algunos animales.

Alfarero: trabajador que realiza la cerámica más sencilla y popular. La que se hacía en los pueblos para uso popular.

Pellejero: como el curtidor, el que trabaja en el adobo o curtido de pieles.

Pergaminero: persona que prepara pergaminos. La piel del cordero limpia de lana, estirada y blanqueada, servía para escribir sobre ella.

Polainero: fabricante de polainas (piezas de tela o cuero que cubren desde el tobillo hasta la rodilla).

Tintorero: el que tiene por oficio teñir o dar tintes a las telas.

Tundidor: obrero que corta o iguala con tijeras el pelo de los paños.

Zahonero: fabricante de calzas de piel o tela.




sábado, 18 de abril de 2020

GANCHEROS EN EL TAJO

El río Tajo ha proporcionado a los habitantes de Toledo y Talavera multitud de oficios a lo largo de muchos siglos. Azacanes (este es el nombre de origen árabe que recibían los porteadores de agua que abastecían a la ciudad. Para ello se servían de una caballería o un carro de manos), lavanderas, barqueros, agricultores, areneros, poceros, cañeros (encargados de la conservación y buen estado de la cañería que abastecía de agua la ciudad), neveros o gancheros han aprovechado el agua del río para sus profesiones.

Igualmente, la industria aprovechó las aguas del río para su desarrollo, este es el caso de los alfareros, tintoreros, molineros, curtidores, carniceros o bataneros. Incluso los espaderos utilizaban el agua y la arena del Tajo para el acero de sus espadas.

Hoy veremos el desaparecido pero curioso oficio de LOS GANCHEROS. Este oficio se desarrolló desde la época musulmana hasta principios del siglo XX. Su actividad consistía en traer desde las Serranías de Cuenca y Guadalajara, a través del cauce del río Tajo, la madera de pino que se necesitaba en la ciudad para la construcción de edificios civiles y religiosos.

La demanda de madera de la ciudad era superior a lo que podía ofrecer su entorno más cercano, especialmente los Montes de Toledo, cuya fuente forestal se centraba más en otros productos como el carbón y la leña al no poseer en cantidad suficiente las especies más usadas en construcción como podían ser el pino o la sabina.

Comenzaban a trabajar en marzo y terminaban a mediados de verano. Era un trabajo muy peligroso, pues el caudal del río era más grande que actualmente. Tenían que sortear los vados, rápidos, meandros, azudes, corrientes, estrechos o las enormes piedras que encontraban en el recorrido del río.

Estas maderadas parecían como un bosque flotante, como un rebaña de troncos guiado por estos gancheros, pertrechados de un enorme palo con un gancho al final, con el que desde las orillas del río y dentro del propio río iban dirigiéndolos a lo largo de todo el cauce.

Por pequeña que fuera la maderada el número de gancheros solía ser de un centenar y en las grandes llegaban a superar el medio millar, distribuidos a lo largo de todo el río. Algunas de estas maderadas podían llegar a los 100.000 pinos. Este proceso duraba varios meses desde que se producía el cortado de la madera, la preparación, conducción y recepción en los diferentes aserraderos de las ciudades de destino.

El destino de estos troncos eran Aranjuez, Toledo y Talavera de la Reina. A la entrada del río por las ciudades había aserraderos, donde se recibían los troncos. Primero se dejaban secar, para luego ser tratados en función del uso que se les fuese a dar. Posteriormente, con carros y mulas eran trasladados a las casas de que los demandaban. La foto que os muestro fue un aserradero, antes de convertirse en central hidroeléctrica, hasta que fue abandonada por falta de uso.

Las hazañas de estos trabajadores, sus costumbres y su forma de vida las describió el escritor José Luis Sampedro en la novela “El río que nos lleva”. Al cabo de varios años se llevó al cine.

Esta actividad fue cayendo en declive en toda España a partir del siglo XIX, debido a que la necesidad de madera era cada vez menor, pues eran pocos los edificios nuevos que se hacían de madera. La desaparición casi por completo llegó con la llegada del ferrocarril, hecho que en Toledo se produjo en el año 1858.

El oficio de ganchero también se llevó a cabo en los ríos Ebro, Júcar, Segura y Guadalquivir, que conducían las maderadas hasta ciudades como Zaragoza, Barcelona, Sevilla, Cádiz o El Ferrol.

También existió esta actividad en buena parta de Europa, como Alemania, Austria, Francia o Italia, a través de ríos más navegables como el Rhin o el Sena. En este caso la conducción se hacía con los gancheros subidos en balsas que dirigían a los troncos por el río. Esta forma diferente de canalizar los troncos de madera se podía hacer en estos ríos debido a un enorme caudal y a la ausencia de obstáculos. En España, salvo en el río Ebro, el caudal era muy bajo y se encontraban con muchos obstáculos y grandes accidentes en el lecho del río, por lo que los troncos eran conducidos por los gancheros desde la orilla.

Actualmente se recrea este oficio, celebrando una fiesta el primer sábado de septiembre de forma rotativa en los municipios de Poveda de la Sierra, Peñalén, Zaorejas, Taravilla y Peralejos de las Truchas. La foto que os dejo forma parte de esta recreación.




sábado, 21 de septiembre de 2019

MOLINOS MEDIEVALES EN EL TAJO.


Hace millones de años, cuando nacieron los ríos, uno de ellos avanzó con su enorme caudal sobre valles y llanuras. Al llegar a una enorme montaña tuvo que atravesarla mediante un gran “TAJO”. Se abrió camino entre sus entrañas y abrazó a esa gran peña sobre la que con el tiempo se erigió Toletum.

Durante miles de año los habitantes de la ciudad aprovecharon el río para su bienestar, alimentación y usos domésticos. Pero a partir del siglo XII, la fuerza del río a su paso por Toledo se aprovechó para la creación en sus orillas de hasta 100 enclaves industriales distintos: clepsidras, molinos, azudes, batanes, norias, aserradero, centrales hidroeléctricas, etc. Nos centraremos en los molinos de harina, de los cuales ya sólo quedan sus ruinas esparcidas a lo largo de la orilla del río.

Se trataba de molinos harineros de agua, también denominados aceñas. Se utilizaban para moler el grano y obtener harina. Para aumentar su eficacia se construyeron a lo largo del río varias presas, llamadas azudes. El nombre de azud procede del árabe y significa barrera pequeña. Se construyeron para elevar el nivel del caudal del río, con el objetivo de derivar parte de ese caudal hacia los molinos. Lo podéis ver en una de las fotos.

Por lo general, los molinos eran propiedad de los reyes, la nobleza o el clero. Durante el siglo XVII se convirtieron en un negocio  muy rentable. Aunque se construyeron muchísimos, los de mayor importancia y rentabilidad fueron los siguientes:

-Los molinos de Deicán o de La Reina. Son de los primeros que se tiene constancia. Fueron construidos sobre el año 1142. Se ubicaron en la desembocadura del arroyo de la Cabeza, debajo de la ermita que lleva ese nombre. Más tarde Alfonso VIII los entregó a la Orden de Calatrava pasándose a llamar molinos de la Reina, estando en funcionamiento durante más de 500 años. Hoy sólo quedan ruinas.

-Los molinos de San Servando. Situados debajo del Castillo que lleva su nombre.

-Los molinos de Saelices. Muy antiguos también y situados bajo la Ermita del Valle.

-Los molinos de Santa Ana, situados junto al Puente de San Martín.

Con el tiempo estos molinos son vendidos o arrendados a particulares de un estrato social más bajo, que siguen moliendo y siendo rentables. En el siglo XIX muchos de ellos se reconvierten en centrales hidroeléctricas, aprovechando también la fuerza hidráulica del río, y utilizando en algunas ocasiones estos antiguos molinos para sus instalaciones. Hasta entonces 600 farolillos de aceite iluminaban la ciudad y 12 alguaciles se encargaban de que no se apagaran.

Los molinos harineros que no se utilizaron como centrales hidroeléctricas fueron abandonados hace muchos siglos y el paso del tiempo, junto con las crecidas del río han hecho que su estado sea ruinoso o simplemente han desaparecido. En cuanto a las centrales hidroeléctricas, algunas de ellas se encuentran en pie, conservando su maquinaria y los edificios donde estaban instaladas, aunque en un estado de total abandono y deterioro.

En el siglo XX la contaminación procedente de las industrias de Madrid acabó con el aprovechamiento del Tajo por parte de los toledanos, hecho que se consumó en el año 1972 cuando se prohibió el baño en el río.













miércoles, 18 de septiembre de 2019

DAMASQUINADO: EL ORO DE TOLEDO.


El damasquinado es una labor de artesanía que consiste en la realización de formas y dibujos mediante la incrustación de hilos y láminas de oro y plata en acero o hierro, normalmente oscurecido.

Este arte es muy antiguo. Los primeros indicios aparecen en Egipto en el año 1700 a.c., con el hallazgo de un puñal dentro de la tumba de un faraón. También se han encontrado piezas damasquinadas en el norte de Siria (1400 a.c.), en Grecia y Roma (500 a.c.). Incluso llegó a China y Japón (1500 a.c.), donde las guarniciones de las katanas eran decoradas con esta técnica.

Posteriormente son los árabes los que más lo desarrollan, probablemente debido a que el Corán prohíbe llevar elementos de metales nobles macizos. Sin embargo, el damasquinado al ser un elemento decorativo sí se permitía. Así llega a Damasco que es el lugar donde más se perfecciona, y de esta ciudad proviene su nombre español. En árabe este arte se denominaba Ataujía.

Más tarde, en el siglo VIII, con la conquista de la Península Ibérica por parte de los musulmanes llega a España, donde echa raíces, sobre todo en la época imperial de los reyes Carlos I y Felipe II en el siglo XV. Muchas armas blancas y armaduras llevaban damasquino. Reyes, nobleza y aristocracia portaban joyas damasquinadas.

Con la aparición y utilización de las armas de fuego, el damasquinado pierde importancia entrando en declive, pero a primeros del siglo XIX vuelve a desarrollarse con fuerza, impulsado por la Fábrica de Armas de Toledo.  Debido a su gran cotización y su apogeo en las ventas, muchos toledanos hacían damasquinado en sus casas y se llevaban un sobresueldo.

Es en Toledo y en Éibar donde más se desarrolla dentro de la Península, aunque en Éibar prácticamente desaparece, permaneciendo hasta la actualidad en Toledo como la única ciudad en la que se fabrica.

¿Cuál es la técnica utilizada para la realización del damasquino? Aunque ha ido evolucionando, la artesanal a mano todavía se puede ver en algunas tiendas de Toledo. Consiste en ir incrustando el hilo de oro o plata en el hierro o acero con un pequeño martillo, siguiendo el boceto previamente dibujado en la pieza con una cuchilla.

Ahora bien, actualmente en función de los dibujos y la técnica, podemos encontrar hasta 3 estilos de damasquinado:

-El árabe que es el más artesanal y genuino, que como he dicho consiste en resaltar con buriles el hilo de oro o plata.

-El renacentista, introducido en el Siglo XVI, cuya peculiaridad es incorporar diseños  relacionados con la naturaleza: florales y animales.

-El de vistas, desarrollada en el siglo XX y cuya características es representar un dibujo grande (la ciudad de Toledo, el cuadro del entierro del señor de Orgaz o motivos quijotescos y costumbristas). La técnica consiste en incrustar una gran chapa de oro, a partir de la cual el artesano cincela las formas con el buril, creando diferentes y bonitos efectos.

Actualmente Toledo es la Meca del damasquinado en el mundo. Hay muchas industrias que se dedican a la fabricación de damasquinos, pero todavía quedan muchos artesanos, cuyos trabajos son mucho más vistosos. Curiosamente, los toledanos compran muy poco damasquino, y las mayores ventas se llevan a cabo a través de los souvenir que adquieren los turistas.