sábado, 21 de septiembre de 2019

EXPULSIÓN DE LOS JUDÍOS DE TOLEDO


El día 31 de marzo de 1492  los Reyes Católicos publicaron el denominado Edicto de Granada, según el cual todos los judíos que no se convirtiesen al cristianismo serían expulsados del país. Este decreto estipulaba que los judíos disponían de 4 meses para marcharse del país.

Según este Edicto, las causas por las que se les acusaba y expulsaba eran las siguientes:
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           Judaizar a los judíos convertidos al cristianismo, es decir intentar convencerlos para que abandonasen la religión cristiana.   
-        Matar a Jesús, hecho que les condenaba de forma perpetúa a ser siervos de los reyes.
-             Estar vinculados a Satanás y al Demonio.
-             Ser usureros que se quedaban con las haciendas de los cristianos.

En Toledo, varios años antes del Edicto de los Reyes Católicos, hubo muchas agresiones al pueblo judío, que vislumbraban el peor de los presagios para ellos. Cuatro de las más significativas fueron:

Corrupción eclesiástica: se produjo un gran incendio en la llamada judería chica, barrio comercial donde los judíos tenían sus tiendas, talleres y algunas viviendas. Lo que actualmente está en torno a la torre del reloj de la catedral. Se sospecha que el incendio fue provocado por el Cabildo de la catedral para permitir la construcción de la ampliación del claustro, como así se produjo. La realidad es que los judíos fueron desalojados de la judería después del incendio, incluso se anexionó una de las calles a lo que actualmente es el claustro de la catedral.

Odio del pueblo: el 19 de junio de 1391 la judería de Toledo fue atacada durante la noche, produciéndose una gran matanza de ciudadanos judíos, entre los que se encontraban destacados poetas, artesanos y hombres de letras. La mayor parte de las diez sinagogas existente en aquella época en la ciudad fueron destruidas o muy dañadas.

          Inquina institucional: en 1451 se promulgan unas ordenanzas municipales, mediante las cuales se aplican algunas medidas como la prohibición de andar de noche por las calles, entrar en iglesias sin autorización, salir de sus casas durante las festividades cristianas, tener que estar encerrados en sus barrios sin poder salir por ninguna otra parte de la ciudad, así como la obligación de llevar señales distintivas cosidas en sus ropas. 

Lejos de ser meros distintivos, las insignias mencionadas funcionaron como verdaderas "marcas de vergüenza", segregando a quienes las portaban, estigmatizándolos socialmente y exponiéndolos al desprecio o eventual humillación en público.

Golpe de poder: en 1477 los Reyes Católicos comienzan la construcción de la iglesia cristiana de San Juan de los Reyes. Lo hacen en mitad de la judería mayor de Toledo, para lo cual expropian muchísimas viviendas, talleres y comercios. Es una forma de decirles que en Toledo o se convierten al cristianismo o se tienen que marchar.

Después de onces siglos viviendo en Toledo, y antes de la expulsión, los judíos ocupaban el 10 por ciento de la ciudad en la parte amurallada, afincándose poetas, gramáticos, filósofos, científicos, médicos, comerciantes, banqueros y otros sabios, que dieron a la ciudad un gran esplendor.

Tras el Edicto de expulsión de los Reyes Católicos, la judería de Toledo desaparece y los edificios públicos de los judíos, con alguna excepción, son repartidos por los Reyes Católicos entre nobles y órdenes religiosas para compensar la pérdida de rentas.

Una curiosidad del apego que tenían los judíos hacia Toledo es que mantuvieron el dialecto sefardí  y conservaron las llaves de sus casas pensando en regresar.

En definitiva, lo que se hizo con el pueblo judío, en Toledo en particular y en Europa en general, fue una limpieza de sangre, una limpieza étnica, que más tarde repitió Hitler en la segunda guerra mundial.




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