domingo, 15 de septiembre de 2019

UN DÍA DE CARRERAS EN EL CIRCO ROMANO DE TOLEDO.


Transcurría el siglo II después de Cristo en Toledo. Por todas las calles se anunciaba el próximo día en el que se iba a celebrar una carrera de cuadrigas (4 caballos tirando de un carro). Se detallaba el número de carreras y el nombre de los competidores. En este caso era para celebrar una importante fiesta del calendario romano. En otras ocasiones el espectáculo era por motivos sociales y políticos, como exhibición de los personajes más distinguidos del momento.

La previsión era que esta carrera durase todo un día, por lo que la perspectiva era que pudieran disputarse docenas de carreras. Los aurigas (conductores de los carros) solían ser esclavos o personas de clase muy baja, aunque si tenían éxito gozaban de una gran popularidad, como Messi o Ronaldo en el fútbol actual. Ahora bien su esperanza de vida era muy corta, pues con frecuencia fallecían en accidentes durante las carreras.

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Varias horas antes de la celebración del evento, las calles de Toledo se vaciarían de gente, pues la mayoría estarían en el circo. En el “hipódromo” había 2 gradas: las interiores a las que se accedía mediante vomitorios y las exteriores cuyo acceso se llevaba a cabo a través de escaleras dispuestas sobre arcos. 

Al igual que ocurre en los campos de fútbol actuales, también habían tribunas para las altas personalidades políticas y religiosas que eran las que sufragaban las carreras. En estas tribunas se hacían negocios y se tomaban decisiones importantes. La disposición del público reflejaba el estatus social, los mejores sitios eran ocupados por las clases sociales más elevadas, que pagaban por ello, mientras que los pobres no pagaban. Los Graderíos estaban hechos de granito la grada de abajo y de madera la de arriba.

Una vez que los más de 15.000 espectadores ocupaban las gradas, las 12 cuadrigas accedían por la Porta Pompae (Puerta de la Pompa), daban una vuelta de honor alrededor de la espina (parte central del circo), y se disponían en las cárceles que eran cajones donde se disponían los carros, ubicadas hacia el río Tajo. Había 4 equipos y cada uno estaba representado por un color, reflejado en la túnica de los aurigas. Los colores eran el rojo, blanco, azul y verde. Cada grupo era apoyado por sus propios admiradores, como ocurre actualmente en las carreras de automovilismo.

Antes del comienzo se sorteaba la posición en la salida de cada cuadriga. La posición más favorable era la que estaba más cerca de la spina (parte central), puesto que así el carro recorría menos metros al girar. Cuando los carros estaban preparados, el anfitrión tiraba un paño conocido como mappa para indicar de esta forma el inicio de la carrera. Durante la competición unos jueces se encargaban de que todo fuese legal. Había que dar 7 vueltas corriendo en sentido contrario a las agujas del reloj. En un extremo de la spina había unos huevos que indicaban los giros y el número de vueltas que quedaban para finalizar.

Una vez empezada la carrera los espectadores hacían sus apuestas económicas sobre quién sería el ganador. Había personas que incluso apostaban su propia libertad, convirtiéndose en esclavos si perdían. Estas apuestas en ocasiones provocaban auténticas trifulcas  y peleas. Cada grupo de seguidores manifestaba su apoyo a base de gritos e insultos hacia los aurigas y los caballos contrarios, de tal forma que intentaban excitarlos para provocar su desconcentración. 

La habilidad de los aurigas para evitar caer en los giros o que te tirasen era más importante que la velocidad. Los accidentes eran frecuentes y se consideraba que una carrera sin ellos era aburrida. Por esta razón iban atados al carro y llevan un cuchillo para cortar las riendas que le unían al caballo si se caían. En cada carrera había unas cuadrillas que se dedicaban a retirar los restos de carros, animales y aurigas que se accidentaban para evitar que otros vehículos chocasen con los restos.

El ganador de la carrera era el primer carro que completaba las 7 vueltas, aunque el carro traspasase la meta sin el conductor, porque éste se hubiese caído durante la carrera. El vencedor salía por la Puerta Triunfal, situada al principio del parque, en la zona mejor conservada, que además era la zona por donde las cuadrigas tenían que girar.








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