Aunque parezca sorprendente,
en la calle hombre de palo en Toledo hubo un semáforo con sonido que estuvo en
funcionamiento desde el año 1924 hasta el año 1928.
Esta calle tenía doble
sentido, pero sólo cabía y cabe un vehículo o carruaje de la época, por lo que
había continua disputas y enfrentamientos cuando coincidían dos vehículos en
sentido contrario.
La solución fue instalar dos
timbres con sendas bombillas, para controlar que el paso fuese alternativo. Uno
se colocó en la plaza de las cuatro calles y el otro en el contrafuerte de la
catedral, al final de la calle hombre de palo antes de llegar a la catedral.
En la foto podéis ver el
cajetín donde estaba instalado uno de los semáforos sonoros. Todavía hoy en día
se conserva el hueco donde estaba. Este pertenece al contrafuerte de la
catedral.
También podemos ver el pequeño
canal que hay en la pared de la catedral, donde estaba instalado el cable que
comunicaba este semáforo sonoro con el otro.
Para que funcionase
correctamente, tenía que haber un guardia en cada semáforo. Cuando uno pulsaba
el timbre, se encendía una bombilla en el otro semáforo, al final de la calle.
Esto anunciaba que había coches circulando en hombre de palo. El otro guardia
tenía que retener a los que viniesen en dirección contraria, para que no
concurrieran a la vez en la calle.
Era algo parecido a lo que
ocurre en algunas carreteras actuales cuando hay obras en la calzada. En este
caso ocurría en horario comercial, que era cuando más carruajes había.
Debido a las continuas
disputas, en el año 1928 el alcalde de Toledo decretó el sentido único de la
calle en dirección a la calle comercio.
Otra curiosidad es que en el
año 1924 se instalaron los primeros surtidores de gasolina en Zocodover. El
litro de gasolina costaba aproximadamente 60 céntimos. El sueldo medio de un
trabador era de 7 pesetas. En esta época coincidían carruajes de caballos con
vehículos, que tenían la obligación de llevar faroles para circular por la
noche.
También empezaron a aparecer
los primeros talleres en patios y corralas particulares.
A finales del siglo XIX ya
había algunas ordenanzas y multas para controlar los accesos a la calle
comercio. Se restringió el tiempo de descarga, los carros tenían que llevar
faroles por la noche y se tenían que circular por la derecha. Las multas oscilaban
entre 5 y 50 pesetas.
En estos primeros años del
siglo XX se van cambiando las mulas, borricos y aguadores por coches de las
marcas Seat, Fiat o Ford. El precio de un coche podría costar alrededor de
4.500 pesetas (760 euros actuales).
Entre la puerta de Bisagra y
la calle del comercio circulaban a la vez, caballos, peatones, carruajes,
autobuses y vehículos. Esto trajo consigo la aparición de los guardias de circulación
y el cierre al tráfico de la calle comercio por la tarde, en horario de paseo.
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