martes, 24 de septiembre de 2019

DE CORRAL DE COMEDIAS A TEATRO DE ROJAS EN TOLEDO.


El teatro está en el ADN del ser humano desde hace millones de años. Su origen se remonta a  las danzas realizadas por los hombres primitivos alrededor del fuego. También los egipcios hacían representaciones teatrales en la coronación de los faraones.

Pero donde nació acompañado de un edificio destinado al drama fue en Atenas entre los siglos V y VI antes de Cristo. Los romanos siguieron haciendo grandes representaciones teatrales, pero con la llegada del cristianismo todo cambió: prohibieron el teatro por considerarlo perjudicial para la moral social. Lo que realmente pretendían era impedir que la sociedad fuese crítica, despierta y con criterio.

Aun así, los ciudadanos empezaron a hacer representaciones a extramuros de la ciudad. La aceptación de estas representaciones por el pueblo se fue extendiendo, y al final se permitieron dentro de la ciudad: en las plazas, calles, patios de posadas, de particulares, hospitales y almacenes. Poco a poco el teatro se fue utilizando como complemento de las  celebraciones religiosas, para la publicidad de ideas políticas, como promotor de propaganda y por supuesto como entretenimiento y arte.

En Toledo estas celebraciones dentro de la ciudad se llevaban a cabo principalmente en almacenes y en la plaza donde hoy se encuentra el Teatro de Rojas. Finalmente, el rey Felipe II prohibió la realización de estos espectáculos fuera de las Casas de Comedias.

Más tarde en el año 1576, a instancias del Ayuntamiento, se abrió en la Plaza Mayor un corral de comedias, al que denominaron Mesón de la Fruta, llamado así debido a que en él se llevaban a cabo la comercialización de la fruta, cuando no se celebraban comedias. La administración la llevaba a cabo las cofradías que adjudicaban cada temporada el edificio a un arrendatario.

Más tarde, en él estreno Tirso de Molina varias obras, como Don Gil de las calzas verdes. También se presentaron varias obras del toledano Francisco de Rojas, al que debe su nombre el actual Teatro Rojas.

En 1604 se reformó debido a su deterioro. Posteriormente, se incendió y fue reconstruido en 1633, bajo el nombre ya de “Casa de Comedias”. Los planos del edificio los desarrolló el hijo del Greco, sirviéndole como ejemplo las Casas de Comedias de Madrid. Prácticamente se demolió lo que quedaba del anterior y se hizo uno nuevo.

Se llamó Corral de Comedias al teatro público permanente ubicado al descubierto en el patio interior que separaban los edificios de vecinos. Su nombre se debe al espacio que ocupaban (corral), y a que todas las obras teatrales eran llamadas "comedias", aunque se representasen los tres géneros: la tragedia, el drama y la comedia.

El espacio de un corral de comedias era aproximadamente así: el escenario al fondo, en el patio, que era de piedra, se situaba de pie la clase más baja junto al escenario y los temibles mosqueteros detrás. Había dos galerías con gradas: en la superior se instalaban las majestades, el clero, el alcalde y los corregidores; en la inferior estaba la nobleza en los laterales y en el centro un espacio llamado “cazuela” donde se alojaban las mujeres.

Los mosqueteros manifestaban su acuerdo o desacuerdo con el espectáculo abucheando y lanzando frutas al escenario. En ocasiones los balcones y las ventanas de las casas contiguas servían de aposentos reservados para las personas nobles, fueran hombres o mujeres.

A finales del siglo XVI había 6 corrales abiertos en Madrid. Actualmente, los únicos que se conservan en España como en el siglo XVII son el de Almagro y el de Alcalá de Henares.

Al final del siglo XVII se cambió el nombre de Casa de Comedias por el de Coliseo de Comedias. De aquí proviene el nombre de una de las calles pegadas al Teatro de Rojas.

En el siglo XIX, con el edificio muy deteriorado, se demolió el Corral del Coliseo y se empezó la obra definitiva del Teatro Rojas sobre el antiguo emplazamiento del Corral de Comedias, junto al Mesón de la Fruta. Hay que resaltar el escenario y su sofisticada maquinaria, el precioso telón, el escudo de la fachada, su magnífica decoración y el elegante mobiliario.




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