Los romanos erigieron fuera de la muralla tres grandes
construcciones dedicadas a divertir al pueblo: el teatro, el anfiteatro y el
circo.
El circo se construyó a finales del siglo I, durante el mandato
del emperador Octavio Augusto. Dejó de ser utilizado cuando se perdió la ciudad,
a principios del siglo V.
EL ESPECTÁCULO. Estaba dedicado a las
carreras de carros tirados por dos, tres o cuatro caballos, denominadas
carreras de bigas, trigas o cuadrigas. La orientación del circo era de Noreste
a Sureste para no deslumbrar a los participantes.
Los conductores de los carros se
denominaban aurigas, y eran personajes muy famosos entre los romanos, más
incluso que los gladiadores. En su mayoría eran esclavos o libertos (esclavos con
algunas libertades). Llevaban un casco de cuero, un látigo, un cuchillo para
cortar las riendas en caso de caída y las piernas protegidas con vendas.
Los espectadores se distribuían en el
graderío teniendo en cuenta las diferentes procedencias sociales: los plebeyos
en las partes más altas, y los patricios en las zonas más bajas y acomodadas.
No solo procedían de Toletum sino
también de los alrededores. Las autoridades toledanas lo pagaban todo y la
gente iba gratis a ver las carreras. “Pan y circo” que decía el poeta Juvenal.
ESTRUCTURA. El Circo romano era una
copia de los hipódromos y estadios griegos, sólo que mucho más grande. Fue uno
de los 7 mejores conservados del Imperio Romano en el mundo. En
España hay identificados 6 circos, de los cuales solo los de Mérida, Tarragona
y Toledo conservan restos visibles. Esto da al circo romano de Toledo un gran
valor artístico e histórico, y a la ciudad de Toledo un papel importante en la
administración política y jurídica de la península en época romana.
Tendría una capacidad de entre 15.000 y
20.000 personas. Era un recinto muy alargado de forma ovalada, de unos 408
metros de largo por 87 de ancho, formado por dos lados rectos y paralelos, y
otros dos lados curvos.
En la zona central, rodeada de gradas de
piedra, se encontraba la arena, partida en dos por un muro pequeño llamado
espina, que estaba decorado con estatuas y obeliscos. Su objetivo era
diferenciar los sentidos direccionales de la carrera. También había estanques
de agua para los caballos y se situaba el marcador que contabilizaba las
vueltas que se llevaban dadas.
La grada estaba apoyada en 22 bóvedas, y
separada de la arena por un gran muro de piedra, cuya función era la de
proteger a los espectadores en el caso de que hubiese algún accidente durante
las carreras.
Los otros 2 edificios dedicados al ocio
público estarían bajo tierra: el Teatro en lo que es el actual colegio de
carmelitas, y el Anfiteatro romano de Toledo, más alejado del
Circo y del Teatro, en el barrio de Covachuelas.
USOS POSTERIORES DEL CIRCO. Entre los siglos IX y XV, durante la
supremacía islámica, se utilizó inicialmente como hornos para la fabricación de
cerámica, como constatan los ocho hornos localizados hasta la fecha.
Más tarde se utilizó por los comerciantes, creando en los
graderíos sus establecimientos. También se utilizó como cantera para
construcción de edificios.
Posteriormente fue usado como necrópolis, algunos de cuyos
enterramientos se pueden observar actualmente.
Con los años fue desatendido siendo resguardo
de vagabundos hasta que el Cardenal Lorenzana dispuso tirar las bóvedas.
Actualmente, algunas partes del circo se encuentran a la vista,
quedando el resto bajo el suelo del parque donde está ubicado y en las calles
próximas, donde pueden verse algunos restos.
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