Nació en Grecia, en una localidad de la isla de Creta. De
nombre Doménikos Theotokópoulos. En Italia le pusieron de apodo El Greco, por
ser griego. Nace en 1541 y vivió en Creta hasta los 26 años formándose en el
estilo bizantino de pintura. Posteriormente, viaja a Italia donde vivió durante
10 años, primero en Venecia, estudiando las cualidades pictóricas de Tiziano y
Tintoretto, y más tarde en Roma donde aprende del género manierista de Miguel
Ángel.
Pero en Italia no llega a triunfar como uno de los grandes
pintores del renacimiento, que era lo que él quería. Es conocedor de que en
España el rey Felipe II ha trasladado la capital de Toledo a Madrid, y que
tiene intención de decorar el Monasterio del Escorial, su fundación personal.
Este monarca era muy culto, gran entendido en arte y prefería a los pintores
italianos antes que a los de su país.
El Greco tenía mucha relación con el español Don Diego de
Castilla, a través del cual consigue venir a Toledo en el año 1570, donde le
encargan las pinturas para el retablo del convento de Santo Domingo el Antiguo
y el famoso Expolio para el Cabildo de la catedral.
A los 3 años de llegar a Toledo, Felipe II le pide que pinte
un cuadro para decorar una de las capillas del Escorial, concretamente “El
martirio de San Mauricio y la Legión Tebana”, consiguiendo así su objetivo
principal por el que había venido a España. Doménikos era un gran conocedor de
los Evangelios.
El cuadro tenía que estar basado en lo que le ocurrió en el
siglo III a Mauricio, el Jefe de una legión del ejército romano en la que todos
sus componentes eran cristianos. El emperador romano Maximiliano les ordenó que
llevasen a cabo sacrificios a los dioses paganos de Roma. Los soldados se
negaron y fueron sacrificados sus más de 6.000 miembros.
El Greco tardó 3 años en terminar el cuadro que llevó a cabo
en su taller de Toledo, pero a Felipe II no le gustó nada el lienzo: ni por la
forma de pintar del Greco, ni la interpretación que hizo de los Evangelios, por
lo que no volvió a contar con los servicios del pintor, lo que hizo que pasase
el resto de su vida pintando en Toledo, principalmente cuadros de carácter
religioso para instituciones religiosas y nobles de la ciudad, los cuales tendrán
en gran estima su obra.
Aun así, se deduce que el monarca valoró la calidad del
cuadro, pues no lo destruyó y lo pagó a un alto precio. Las razones por las que
no le gustó la obra fueron:
-El Greco pintó el martirio de los legionarios en un rincón
del cuadro, muy pequeño y alejado del espectador, destacando en un primer plano
a San Mauricio acompañado por sus capitanes, decidiendo si llevaban a cabo el
sacrificio a los dioses paganos o mantenían sus creencias cristianas. Felipe II
quería una obra sencilla y clara en el mensaje, con un marcado carácter
piadoso, y con el martirio en el centro.
- Los personajes aparecen pintados al estilo manierista del
Greco. Posicionados de espaldas, haciendo escorzos y diagonales, dejando ver el
cuerpo desnudo bajo los uniformes. Las cabezas son pequeñas y las piernas
cortas, en contraste con su gran tronco. Utiliza los colores característicos de
sus pinturas: el verde, el amarillo, el
azul inspirando la eternidad y el rojo del propio martirio. Al rey tampoco le
gustó pues adujo la gran falta de devoción que inspiraban las figuras desnudas,
así como el excesivo colorido.
No le resultó adecuado colgar este tipo de
cuadro en una iglesia con marcado carácter contra reformista.
- Por último, la parte superior del lienzo se remata con un Rompimiento de Gloria compuesto por
ángeles músicos, mientras otros llevan palmas y coronas triunfales. Estas
figuras tan oblicuas contrastan demasiado con la serenidad de la zona
principal, lo que no resultaba muy adecuado para ser visto en el altar de un
monasterio.
En definitiva, que los toledanos tenemos que agradecer a
Felipe II y al cuadro del martirio de San Mauricio, la herencia pictórica que
El Greco ha dejado en Toledo.
En cuanto a la miopía y el falso astigmatismo de El
Greco, el profesor Manuel Márquez, catedrático de Oftalmología de la
Universidad de Madrid, escribió varios artículos, hasta el año 1929, en los que
desestima esta teoría basándose en los estudios de óptica. Sin embargo a pesar
de la refutación de esta teoría, ha seguido manteniéndose en el acervo popular
la teoría del astigmatismo como causa del estilo artístico de El Greco.
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