miércoles, 18 de septiembre de 2019

EL TESORO DE GUARRAZAR Y LA CASA DEL DIAMANTISTA.


Nos trasladamos a mediados del siglo VI. Los visigodos dominan la Península Ibérica. La capital de este reino es Toledo. A pocos Kilómetros de Toledo edifican un palacio, una iglesia y varias dependencias para pasar sus días de ocio y descanso, alejados de la capital.

En el año 711 los musulmanes entran por el sur de la Península. Avanzan rápidamente y sin apenas oposición. El rey, la nobleza y clero visigodo toledano, temerosos, entierra varias coronas votivas (ofrecidas por los reyes Recesvinto, Suintila …), así como diversas joyas. Las esconden dentro de varias tumbas del cementerio que hay junto a esta residencia, en una zona denominada Guarrazar. Su intención es volver a recuperar estos tesoros cuando pase el peligro árabe. Los reyes visigodos no volvieron y el tiempo borró de la memoria este suceso.

Avanzamos en el tiempo hasta el año 1858. El camino de Toledo a la localidad de Guadamur, situada a 15 Km, era muy frecuentado. A mediados de agosto de ese año estuvo lloviendo torrencialmente varios días en esta zona. El agua descubrió buena parte del antiguo cementerio, provocando el desplazamiento de varias lápidas. Hacia el  24 de agosto de este año, un matrimonio, de forma fortuita, al pasar por el antiguo cementerio de Guarrazar, descubre asombrado una colección de coronas, cruces de oro, piedras preciosas y otros objetos litúrgicos. El matrimonio transporta secretamente estos tesoros a su domicilio, troceando las coronas y vendiéndolas a muy bajo precio a diferentes plateros toledanos.

LA CASA DEL DIAMANTISTA. Esta preciosa casa está situada a orillas del río Tajo, en el paseo del Barco de Pasaje. Aunque estaba situada en el barrio de los tintes, un barrio pobre de Toledo, esta casa denominada “Casa Tinte del Barco” se utilizaba como industria, por lo que proporcionaba muchos beneficios. Hacia mediados del siglo XIX deja de poseer valor industrial, y la utiliza el Hospital de Dementes de Nuncio Viejo para la beneficencia.

Con la ley de desamortización de Madoz, sale a subasta y hacia el año 1859 es adquirida por D.  D. José Navarro, el más famoso joyero de la corte. Este diamantista hizo la famosa corona de la reina Isabel II. Tanto dinero ganó que con 45 años cuando adquirió esta casa del Barco de Pasaje en Toledo, y se retiró a vivir en ella, reformándola con un gusto delicado. Parecía un pequeño baluarte almenado con desembarcadero propio, una escalera que descendía hasta el mismo nivel del río Tajo. Tenía un elegante jardín y una encantadora terraza circular con majestuosas vistas al río, al Cerro del Bú y a la ermita del Valle.

José Navarro, gran conocedor del arte plateresco, se percató que las joyas adquiridas por los joyeros toledanos procedentes de Guarrazar pertenecían a un tesoro visigodo, y compró a estos orfebres todas aquellas reliquias que todavía no habían sido fundidas.

Le comunicó a un rico y afamado profesor de francés afincado en España, D. Adolfo Herouart Chivot, este hallazgo. Compraron la tierra al propietario donde habían encontrado las coronas, desconocedor de la existencia de estas joyas, y de esta forma pudieron obtener más partes del tesoro.

José Navarro reconstruyó unas 9 coronas votivas del tesoro visigodo y se las vendió al Gobierno francés. Desde entonces pasaron a formar parte del Museo de Cluny en Paris. En el año 1941 se pudieron recuperar 6. Las podemos ver en el Museo Arqueológico de Madrid. Se dice que no se las ofreció a la reina española por venganza, debido a que ésta tardó más de 5 años en abonarle la corona que le hizo.

La mezcla de las coronas visigodas con la que realizó a la reina Isabel II, hizo que la tradición oral y una pluma fantasiosa, crearan la famosa leyenda de la casa del diamantista.

2 comentarios: