sábado, 21 de septiembre de 2019

GÁRGOLAS DE LA IGLESIA DE SAN JUAN DE LOS REYES EN TOLEDO.


El origen de su nombre proviene del latín gargula, que significa garganta. Las gárgolas suelen ser seres de piedra,  que representan a animales o entes mitológicos: leones, dragones, serpientes y otras criaturas. Cuelgan de los frisos de cientos de iglesias, catedrales y edificios a lo largo de toda Europa, principalmente. Estos seres dan un aspecto maléfico a lo que, desde mi punto de vista, deberían de ser monumentos a la esperanza y la ilusión.

Realmente, las gárgolas no son un invento reciente, ni siquiera de la Edad Media. Egipcios, griegos y romanos ya las incluían en sus majestuosas construcciones, por lo general en forma de animales conocidos como leones, perros, águilas, etc. Es a mediados de la Edad Media cuando empieza a aparecer estas figuras de seres mitológicos o imaginados.

Desde el punto de vista práctico, las gárgolas se inventaron como sistema para canalizar el agua de lluvia y expulsarla a cierta distancia del edificio, y que de esta forma no dañara la piedra, el mortero con que se unían los bloques o los adornos escultóricos de las fachadas. 

Lo normal es que en la espalda de la gárgola se tallase un canal por el que el agua llegase a la boca, y desde ahí al suelo a la mayor distancia posible, y por eso lo de los largos cuellos. Antes de la Edad Media los edificios no tenían una gran altura, por lo que no era necesario ningún tipo de canalización, pero con la aparición del gótico, los edificios adquirieron mucha altura, por lo que hubo de crear un sistema de canalización del agua, para que no dañase al edificio.

Con el tiempo, e imagino que debido a los intentos de los arquitectos por embellecer sus edificios, las gárgolas se hicieron cada vez más elaboradas, hasta que se convirtieron en símbolos del miedo. Esto ocurrió, también, en el Medievo, una época en la que la mayoría de los ciudadanos no tenía acceso a la educación, y se utilizaron las gárgolas para enviar un mensaje visual. Los mecenas de las grandes catedrales querían que la gente creyera que las figuras amenazantes las protegían de los malos espíritus, esto es, que la Catedral o Iglesia era un lugar seguro y debían acudir a ella lo más frecuentemente posible.

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No a todos los curas les gustaba la idea de colocar criaturas inexistentes en las iglesias, pero a juzgar por la expansión del catolicismo y su poder en la Europa medieval, a la mayoría no les molestaba.


En las gárgolas de la iglesia de San Juan de los Reyes, los Reyes Católicos fueron más allá, y colocaron algunas gárgolas con figuras de monjes dominicos, orden de la que era muy devota la reina Isabel, con el propósito de que cuando ella y su familia estuvieran allí enterrados, dicho mausoleo fuera protegido por estos religiosos. Como todos sabéis, al final ningún miembro de la familia de los Reyes fue enterrado aquí.

Con el tiempo las gárgolas pasaron de moda, y a principios del siglo XVIII, la invención del canalón sustituyó a las gárgolas, y no tanto porque fueran aterradoras, sino porque representaban un peligro para la población cuando se rompían, debido a su peso y forma, y caían sobre los transeúntes. A partir de entonces, pocas serían construidas, y las que quedaron, que son muchas, han servido para inspirar cuentos fantasiosos como el Jorobado de Notre Dame y películas de Disney. Aterradoras o prácticas, las gárgolas están ahí, y son historia.







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