El origen de su nombre proviene
del latín gargula, que significa garganta. Las gárgolas suelen ser seres de
piedra, que representan a animales o
entes mitológicos: leones, dragones, serpientes y otras criaturas. Cuelgan de
los frisos de cientos de iglesias, catedrales y edificios a lo largo de toda Europa,
principalmente. Estos seres dan un aspecto maléfico a lo que, desde mi punto de
vista, deberían de ser monumentos a la esperanza y la ilusión.
Realmente, las gárgolas no son un
invento reciente, ni siquiera de la Edad Media. Egipcios, griegos y romanos ya
las incluían en sus majestuosas construcciones, por lo general en forma de
animales conocidos como leones, perros, águilas, etc. Es a mediados de la Edad
Media cuando empieza a aparecer estas figuras de seres mitológicos o
imaginados.
Desde el punto de vista práctico,
las gárgolas se inventaron como sistema para canalizar el agua de lluvia y
expulsarla a cierta distancia del edificio, y que de esta forma no dañara la
piedra, el mortero con que se unían los bloques o los adornos escultóricos de
las fachadas.
Lo normal es que en la espalda de la gárgola se tallase un canal
por el que el agua llegase a la boca, y desde ahí al suelo a la mayor distancia
posible, y por eso lo de los largos cuellos. Antes de la Edad Media los
edificios no tenían una gran altura, por lo que no era necesario ningún tipo de
canalización, pero con la aparición del gótico, los edificios adquirieron mucha
altura, por lo que hubo de crear un sistema de canalización del agua, para que no
dañase al edificio.
Con el tiempo, e imagino que
debido a los intentos de los arquitectos por embellecer sus edificios, las
gárgolas se hicieron cada vez más elaboradas, hasta que se convirtieron en
símbolos del miedo. Esto ocurrió, también, en el Medievo, una época en la que
la mayoría de los ciudadanos no tenía acceso a la educación, y se utilizaron las
gárgolas para enviar un mensaje visual. Los mecenas de las grandes catedrales
querían que la gente creyera que las figuras amenazantes las protegían de los
malos espíritus, esto es, que la Catedral o Iglesia era un lugar seguro y
debían acudir a ella lo más frecuentemente posible.
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No a todos los curas les gustaba la idea de colocar criaturas inexistentes en las iglesias, pero a juzgar por la expansión del catolicismo y su poder en la Europa medieval, a la mayoría no les molestaba.
En las gárgolas de la iglesia de
San Juan de los Reyes, los Reyes Católicos fueron más allá, y colocaron algunas
gárgolas con figuras de monjes dominicos, orden de la que era muy devota la
reina Isabel, con el propósito de que cuando ella y su familia estuvieran allí
enterrados, dicho mausoleo fuera protegido por estos religiosos. Como todos
sabéis, al final ningún miembro de la familia de los Reyes fue enterrado aquí.
Con el tiempo las gárgolas
pasaron de moda, y a principios del siglo XVIII, la invención del canalón
sustituyó a las gárgolas, y no tanto porque fueran aterradoras, sino porque
representaban un peligro para la población cuando se rompían, debido a su peso
y forma, y caían sobre los transeúntes. A partir de entonces, pocas serían
construidas, y las que quedaron, que son muchas, han servido para inspirar
cuentos fantasiosos como el Jorobado de Notre Dame y películas de Disney.
Aterradoras o prácticas, las gárgolas están ahí, y son historia.
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