sábado, 21 de septiembre de 2019

JUANELO TURRIANO: MATEMÁTICO, INVENTOR, RELOJERO E INGENIERO.


Todos sabemos que Juanelo Turriano construyó una de las mayores obras hidráulicas del Renacimiento, que fue conocido como “Artilugio” de Juanelo. Con este invento consiguió llevar en Toledo el agua desde el Tajo hasta el Alcázar. Estaba situado cerca del Puente de Alcántara,  conseguía ascender el agua por un desnivel total de 100 metros, un recorrido horizontal de 300 metros y una pendiente media del 33%. Estuvo 50 años en funcionamiento.

Pero… ¿cómo llegó Juanelo desde Italia a Toledo?. Nos tenemos que situar a principios del siglo XVI. En España gobernaba el rey Carlos I, que también era emperador del Sacro Imperio Romano, con lo que parte de Italia pertenecía a la corona española. El rey pasó los postreros días de su reinado y de su vida en el Monasterio de Yuste, dedicado a su afición preferida que era la astrología.

Debido a que su reloj astronómico se le deterioró, llamó para que se lo arreglase a un italiano, mecánico y relojero de 25 años llamado Giovanni Torriani (Juanelo Turriano). Le presentó un proyecto que convenció al rey. Juanelo se trasladó a España y el rey le nombró relojero de la corte. Debido al estado lamentable de deterioro del viejo reloj astronómico, construyó un nuevo reloj de mayor precisión y sofisticación, conocido como Cristalino.

Al fallecer Carlos I, pasó a servir a Felipe II, que le nombró matemático e inventor de palacio. Construyó para él relojes muy variados. Es curioso uno muy pequeño que le hizo, que llevaba en el dedo y le marcaba las horas dándole una pequeña punzada en el dedo. También creó varios autómatas, pequeños robot que recorrían cortos tramos, algo increíble para esa época.

Se deben a él la proyección de la presa de Tibi en Alicante, que durante muchos años fue considerada la presa más grande nunca construida, y que actualmente es el pantano más antiguo de Europa en funcionamiento. Igualmente, llevó a cabo la proyección y dirección del llamado mar de Ontígola en Toledo (todavía existe), que era una laguna destinada al recreo de los reyes.

Finalmente, Felipe II que vivía a caballo entre Madrid y Toledo, le mandó construir una máquina para abastecer de agua a Toledo. Este Ingenio fue conocido y admirado por toda Europa a la que maravilló, incluso muchos autores como Lope de Vega, Quevedo, Góngora o Miguel de Cervantes hablan de este invento en sus obras literarias.

Realmente, construyó dos artilugios. El agua que transportaba el primer invento se lo quedó el Alcázar para las obras que allí se realizaban y para el ejército allí destinado. 5 años después construyó uno gemelo y paralelo al primero, con el que se abasteció a los ciudadanos de Toledo.

Aun así Juanelo Turriano murió pobre, triste, decepcionado y arruinado pues ni el rey, ni las autoridades de Toledo le pagaron ni el dinero que le costó la construcción de las máquinas, ni el enorme mantenimiento que tenía y con el que continuaron sus hijos. Sobrevivió gracias a los pequeños pagos que el rey le hacía a cuentagotas.

Fue enterrado en el desaparecido convento del Carmen, muy cerca de donde pasaba el Artilugio, y al lado de su casa donde vivió con su familia para llevar a cabo el mantenimiento.

Hay en la Diputación de Toledo una maqueta de lo que se cree que pudo ser esta maravilla de la ingeniería, así como un pequeño busto del Juanelo que os muestro en las fotos. Os recomiendo pinchar en la foto para observar la maravilla de maquinaria para la época.




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