Todos sabemos que Juanelo Turriano construyó
una de las mayores obras hidráulicas del Renacimiento, que fue conocido como
“Artilugio” de Juanelo. Con este invento consiguió llevar en Toledo el agua
desde el Tajo hasta el Alcázar. Estaba situado cerca del Puente de Alcántara, conseguía ascender el agua por un desnivel
total de 100 metros, un recorrido horizontal de 300 metros y una pendiente
media del 33%. Estuvo 50 años en funcionamiento.
Pero… ¿cómo llegó Juanelo desde Italia a
Toledo?. Nos tenemos que situar a principios del siglo XVI. En España gobernaba
el rey Carlos I, que también era emperador del Sacro Imperio Romano, con lo que
parte de Italia pertenecía a la corona española. El rey pasó los postreros días
de su reinado y de su vida en el Monasterio de Yuste, dedicado a su afición preferida
que era la astrología.
Debido a que su reloj astronómico se le
deterioró, llamó para que se lo arreglase a un italiano, mecánico y relojero de
25 años llamado Giovanni Torriani (Juanelo Turriano). Le presentó un proyecto
que convenció al rey. Juanelo se trasladó a España y el rey le nombró relojero
de la corte. Debido al estado lamentable de deterioro del viejo reloj astronómico,
construyó un nuevo reloj de mayor precisión y sofisticación, conocido como
Cristalino.
Al fallecer Carlos I, pasó a servir a Felipe
II, que le nombró matemático e inventor de palacio. Construyó para él relojes
muy variados. Es curioso uno muy pequeño que le hizo, que llevaba en el dedo y
le marcaba las horas dándole una pequeña punzada en el dedo. También creó
varios autómatas, pequeños robot que recorrían cortos tramos, algo increíble
para esa época.
Se deben a él la proyección de la presa de Tibi
en Alicante, que durante muchos años fue considerada la presa más grande nunca
construida, y que actualmente es el pantano más antiguo de Europa en
funcionamiento. Igualmente, llevó a cabo la proyección y dirección del llamado
mar de Ontígola en Toledo (todavía existe), que era una laguna destinada al
recreo de los reyes.
Finalmente, Felipe II que vivía a caballo
entre Madrid y Toledo, le mandó construir una máquina para abastecer de agua a
Toledo. Este Ingenio fue conocido y admirado por toda Europa a la que maravilló,
incluso muchos autores como Lope de Vega, Quevedo, Góngora o Miguel de
Cervantes hablan de este invento en sus obras literarias.
Realmente, construyó dos artilugios. El agua
que transportaba el primer invento se lo quedó el Alcázar para las obras que
allí se realizaban y para el ejército allí destinado. 5 años después construyó
uno gemelo y paralelo al primero, con el que se abasteció a los ciudadanos de
Toledo.
Aun así Juanelo Turriano murió pobre, triste,
decepcionado y arruinado pues ni el rey, ni las autoridades de Toledo le
pagaron ni el dinero que le costó la construcción de las máquinas, ni el enorme
mantenimiento que tenía y con el que continuaron sus hijos. Sobrevivió gracias
a los pequeños pagos que el rey le hacía a cuentagotas.
Fue enterrado en el desaparecido convento del
Carmen, muy cerca de donde pasaba el Artilugio, y al lado de su casa donde vivió
con su familia para llevar a cabo el mantenimiento.
Hay en la Diputación de Toledo una maqueta de
lo que se cree que pudo ser esta maravilla de la ingeniería, así como un
pequeño busto del Juanelo que os muestro en las fotos. Os recomiendo pinchar en
la foto para observar la maravilla de maquinaria para la época.
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