sábado, 21 de septiembre de 2019

LOS DUELOS A ESPADA RESUMIDO


La costumbre de resolver todas las ofensas a través de un duelo no comenzó hasta después de la Edad Media. Siempre tenía un carácter personal y las ofensas podían ser de varios tipos: por dinero, por celos, por indiscreciones, pero por encima de todo por honor. Un desplante, una descortesía o una mirada que se sospechara turbia, bastaba para batirse en duelo. Los primeros combates se disputaban con arma blanca y después, sobresalieron los de fuego.

Legalmente tanto reyes como generales los tenían prohibidos, pues se perdían muchos hombres para la guerra, pero nadie respetaba esta prohibición; ni la mala prensa, ni la burla o el ridículo, ni siquiera la pérdida del cargo público o el exilio consiguieron desterrar su práctica. Fue a partir del siglo XVIII, cuando el duelo gozó de bastante tolerancia.

El código del honor obligaba a los desafiadores a observar unas reglas fijas establecidas: ambos adversarios habían de poseer el mismo nivel social, tenían que llevar dos padrinos o testigos, decidir la fecha y el lugar, el tipo de arma y el trecho que mediaría entre los contendientes.

Se establecieron también tres tipo de duelo: a muerte, a primera sangre (sin ánimo de matar) y los satisfactorios, en los que se estaba dispuesto a evitar el enfrentamiento si el agraviador prestaba la debida complacencia.

Para los españoles llevar un arma era fundamental y les daba reputación. No hay que olvidar que en el siglo XV, gracias a su manejo conquistaron grandes ciudades, y se consiguió un gran imperio. Enseguida, del ejército pasó a la vida diaria.

La espada se convirtió en un accesorio más del atuendo habitual, como ahora puede ser llevar móvil. De esta forma, era frecuente ver por Zocodover al Greco con su espada en ristre. Otros grandes hombres de letras como Lope de Vega, Miguel de Cervantes o Quevedo también fueron grandes espadachines.

Dependiendo del tipo de espada que se llevaba, te indicaba la clase social a la que pertenecías, siendo la empuñadura lo que detallaba dicha posición social. Lógicamente, las más lujosas indicaban la posición más alta. Asimismo, no todos sabían utilizarla, por lo que solían haber varias escuelas de esgrima. Como es lógico, el número de muertes que se producía era elevado.

Aunque había una normativa específica sobre las espadas, en cuanto a la longitud adecuada (entre 105 y 120 cm) y al ancho del filo, las había ilegales, más largas y anchas que las reglamentarias, incluso algunas tenían muelles dentro de las vainas, para poder desenfundarlas con mayor rapidez.

En Toledo se fabricaban las mejores espadas de Europa, principalmente debido al buen acero procedente del País Vasco, siendo su calidad superior a las espadas francesas, inglesas e italianas. La famosa calle Armas de Toledo, la que parte del Miradero hasta el Alcázar, pasando por Zocodover, contaba con muchos talleres de armas pertenecientes al gremio de espaderos, de ahí su nombre.


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