sábado, 21 de septiembre de 2019

MOLINOS MEDIEVALES EN EL TAJO.


Hace millones de años, cuando nacieron los ríos, uno de ellos avanzó con su enorme caudal sobre valles y llanuras. Al llegar a una enorme montaña tuvo que atravesarla mediante un gran “TAJO”. Se abrió camino entre sus entrañas y abrazó a esa gran peña sobre la que con el tiempo se erigió Toletum.

Durante miles de año los habitantes de la ciudad aprovecharon el río para su bienestar, alimentación y usos domésticos. Pero a partir del siglo XII, la fuerza del río a su paso por Toledo se aprovechó para la creación en sus orillas de hasta 100 enclaves industriales distintos: clepsidras, molinos, azudes, batanes, norias, aserradero, centrales hidroeléctricas, etc. Nos centraremos en los molinos de harina, de los cuales ya sólo quedan sus ruinas esparcidas a lo largo de la orilla del río.

Se trataba de molinos harineros de agua, también denominados aceñas. Se utilizaban para moler el grano y obtener harina. Para aumentar su eficacia se construyeron a lo largo del río varias presas, llamadas azudes. El nombre de azud procede del árabe y significa barrera pequeña. Se construyeron para elevar el nivel del caudal del río, con el objetivo de derivar parte de ese caudal hacia los molinos. Lo podéis ver en una de las fotos.

Por lo general, los molinos eran propiedad de los reyes, la nobleza o el clero. Durante el siglo XVII se convirtieron en un negocio  muy rentable. Aunque se construyeron muchísimos, los de mayor importancia y rentabilidad fueron los siguientes:

-Los molinos de Deicán o de La Reina. Son de los primeros que se tiene constancia. Fueron construidos sobre el año 1142. Se ubicaron en la desembocadura del arroyo de la Cabeza, debajo de la ermita que lleva ese nombre. Más tarde Alfonso VIII los entregó a la Orden de Calatrava pasándose a llamar molinos de la Reina, estando en funcionamiento durante más de 500 años. Hoy sólo quedan ruinas.

-Los molinos de San Servando. Situados debajo del Castillo que lleva su nombre.

-Los molinos de Saelices. Muy antiguos también y situados bajo la Ermita del Valle.

-Los molinos de Santa Ana, situados junto al Puente de San Martín.

Con el tiempo estos molinos son vendidos o arrendados a particulares de un estrato social más bajo, que siguen moliendo y siendo rentables. En el siglo XIX muchos de ellos se reconvierten en centrales hidroeléctricas, aprovechando también la fuerza hidráulica del río, y utilizando en algunas ocasiones estos antiguos molinos para sus instalaciones. Hasta entonces 600 farolillos de aceite iluminaban la ciudad y 12 alguaciles se encargaban de que no se apagaran.

Los molinos harineros que no se utilizaron como centrales hidroeléctricas fueron abandonados hace muchos siglos y el paso del tiempo, junto con las crecidas del río han hecho que su estado sea ruinoso o simplemente han desaparecido. En cuanto a las centrales hidroeléctricas, algunas de ellas se encuentran en pie, conservando su maquinaria y los edificios donde estaban instaladas, aunque en un estado de total abandono y deterioro.

En el siglo XX la contaminación procedente de las industrias de Madrid acabó con el aprovechamiento del Tajo por parte de los toledanos, hecho que se consumó en el año 1972 cuando se prohibió el baño en el río.













No hay comentarios:

Publicar un comentario