martes, 24 de septiembre de 2019

PINTADAS EN LA CATEDRAL

Podemos ver estas pintadas en la fachada de la catedral de Toledo que mira al Teatro Rojas, en la Puerta de Cambrón, en la Puerta de Bisagra y en algún otro edificio emblemático. Son muy habituales también en Salamanca, Sevilla o Alcalá de Henares.

Están compuestas por letras, símbolos, dibujos y números de color rojo o negro, constituyendo un jeroglífico, y que dan testimonio de acontecimientos olvidados y de nombres de personas que tuvieron un día su momento de logro. Están pintadas con tintes animales o vegetales.

En la mayoría de ellas hay un patrón que se repite. Un símbolo conocido como VITOR (también se le denomina víctores), un distintivo derivado del Bajo Imperio Romano, que apareció a partir del siglo IV en monedas y estandartes, pasando con el tiempo a formar parte de los escudos de los legionarios romanos.

En el siglo XIV fue adoptado por varias universidades españolas, como la de Salamanca, Alcalá de Henares o Sevilla, para reconocer a quienes conseguían doctorarse. Esta figura equivaldría a un «¡Viva…!», para celebrar el gozo de los estudiantes al fin de su etapa académica.

También se utilizaba como una inscripción recordatoria de un acto o festejo del que se quería dejar memoria o testimonio de un acontecimiento o celebración.

La imagen del vítor va seguida de un nombre. Y equivaldría a la exclamación actual de "¡Viva... ¡. Detrás de los puntos suspensivos se coloca el nombre que corresponda, que son las personas que alcanzaron el éxito en sus estudios y que inmortalizaron con su filigrana en estos edificios representativos de las ciudades donde lograron estos éxitos.
En la catedral de Toledo vislumbramos en esas sopas de letras y signos el nombre de Dr. Muñoz y a su izquierda una espada. Y con alguna letra borrada, podemos atisbar abreviaturas de apellidos comunes españoles como Dr. I. Vázquez o, con alguna imaginación, Dr. M. Del Castillo.
Tras la Guerra Civil Española, el símbolo de “Victor” se eligió para ser utilizado en el Desfile de la Victoria (19 de mayo de 1939) y, a partir de entonces, durante toda la dictadura franquista, como emblema propio de Francisco Franco.










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