“¡He pasado una noche toledana!”.
Esta es una expresión muy típica de Toledo, y que se usa en muchas otras parte
de España. Su significado tiene relación con haber pasado alguna mala noche por
enfermedad, por miedo o porque tus hijos o vecinos no te han dejado dormir.
¿Cuál es su origen? aunque es
muy antiguo, con lo cual es difícil saberlo con certeza, el que más me gusta a
mí es el que cuentan algunos historiadores, a caballo entre historia y leyenda.
Os lo relato muy resumido.
Nos situamos en la España de
finales del siglo VIII. España estaba bajo dominación musulmana. El emir de
Córdoba Al-Hakam I era la mayor autoridad en la península en esa época. En las
capitales de provincia se encontraba el gobernador como máxima soberano. En Tolaitola
(Toledo en árabe) ejercía de gobernador
Jusuf. La mayoría de la población estaba formada, además de por
musulmanes, por nobles muladíes (ciudadanos de origen visigodo o hispanorromano
que se habían “convertido” al Islam).
Jusuf era muy joven, con muchas perversiones
personales y que trataba a los muladíes con desprecio. Aprisionaba y violaba a
las mujeres jóvenes, abusaba en la recaudación de impuestos a los comerciantes
y los castigaba despiadadamente si se retrasaban en el pago. Mataba a todo
aquel que protestaba o incumplía sus disposiciones.
Los nobles mandaron varias
cartas al emir, explicándole la situación desesperada en la que se encontraban,
y solicitando la destitución de Jusuf, pero nunca recibieron respuesta. Al
final, la población toledana se unió, se rebeló contra el gobernador y le
dieron muerte.
El emir nombró como nuevo gobernador de Toledo al padre de Jusuf, Amrús,
pues era amigo íntimo del emir. El propósito del nuevo gobernador era corregir
los errores de su hijo, y así lo hizo durante varios meses, actuando con equidad,
entregado únicamente a las cuestiones del gobierno de la ciudad, y no tomaba
una decisión importante sin haber consultado antes con sus ciudadanos. Pero en
la cabeza de Amrús existían insaciables deseos de venganza contra aquellos que
habían acabado con la vida de su hijo, y sólo estaba esperando el momento más oportuno.
La ocasión apareció el día en el que Abderramán II, hijo predilecto de
Al-Hakam I, vino a Toledo de camino a Zaragoza y se alojó en el palacio de Amrús
para descansar. El gobernador toledano para celebrar su visita organizó en su
palacio, situado en lo que es actualmente el Paseo de San Cristóbal, una cena a
la que invitó a las personas más distinguidas de la nobleza toledana, quienes
acudieron a la fiesta sin sospechar lo que les esperaba.
Amrús mandó cavar un enorme foso dentro del palacio, puso a la entrada a
sus mejores sirvientes para recibir con afabilidad a sus invitados. Cuándo los
asistentes cruzaban la puerta, iban siendo decapitados por los guerreros del
gobernador. Al amanecer el gobernador hizo colgar en las almenas del palacio
las cabezas de los ejecutados más importantes, llegándose a contar alrededor de
400. Abderramán II se quedó perplejo y asustado, y sin decir palabra continuó
con sus tropas el camino hacia Zaragoza.
Por esta razón a este día desde entonces se le conoce como “Una Noche
Toledana” o “La Jornada del Foso”. Hay otras opiniones más amables sobre la
procedencia de este dicho. Unos opinan que proviene de la creencia que tenían las mujeres solteras toledanas de que en la
noche de San Juan, se casarían con el hombre cuyo nombre fuera el primero que
escucharan a partir de las doce de la noche. Así que las inocentes jóvenes
se pasaban la noche en vela con el oído atento a lo que pudieran oír.
Otros dicen que se
refiere a las noches que los forasteros pasaban sin dormir debido a las
picaduras de los mosquitos, que eran muchos por estar el río pegado a la
ciudad, al no estar prevenidos para poner los remedios que los toledanos
utilizaban. Cada uno que saque sus propias conclusiones.
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