sábado, 26 de octubre de 2019

MOMIAS EN TOLEDO. PRIMERA PARTE.


Una momia es un cadáver que se ha desecado sin pudrirse, y en esta situación se conserva para siempre. Este proceso puede producirse de manera natural o por procedimientos realizados por el hombre. Por ejemplo, en Egipto las momificaciones se llevaban a cabo a través de un proceso de embalsamiento realizado artificialmente por el hombre. En Toledo la multitud de momias que existen se han conservado de forma natural.

El hecho de que se conserven sin degradarse  se debe al frío que hace en la parte antigua de la ciudad y principalmente a causa de la enorme sequedad de la urbe en esta zona, pues el Tajo se encuentra muy por debajo de la cota del gran peñón que forma Toledo en la parte de intramuros. Esto impide la aparición de microorganismos. El cuerpo pierde toda el agua de forma muy rápida y se momifica.

Estos cuerpos están como acartonados, con la piel pegada a los huesos, sin vendas y de forma parecida a como fueron enterrados. Parecen muñecos de cartón. La razón de que tengan ese aspecto de horror o dolor nada tiene que ver con que se enterraran en esas circunstancias. Esto es debido a que las mandíbulas y parte de la piel de la cara se les ha caído, al no estar amortajados y encontrarse en posición vertical, con lo que hace que parezcan que estén gritando.

La iglesia consideraba este tipo de cuerpos como que eran un hecho milagroso, conocido como el virtus, por la virtud de la santidad que la iglesia les otorgaba. Por esa razón hay muchos clérigos a los que se les considera santos, por permanecer sus cuerpos incorruptos, sólo por el hecho que se conserven sin degradarse. En Toledo no solo se conservan momias de reyes o personajes importantes de la historia, sino que también podemos encontrar en estas circunstancias multitud de cuerpos de personas corrientes.

Estas momias se han encontrado principalmente en las iglesias y conventos, así como en los alrededores de estos templos, lugares donde se han enterrado a las personas durante muchísimos años. Alfonso X El Sabio dictaminó que los cristianos deberían enterrarse en el entorno de las iglesias y no en pleno campo como los animales.

En realidad, dentro de la muralla se puede afirmar que Toledo es un enorme camposanto. Fue Carlos III quien dictaminó sacar los cementerios extramuros, fuera de las ciudades, debido a que quitaban espacio para construir y además eran un foco de enfermedades. 

Cuando había alguna epidemia el famoso carro de los muertos iba recogiendo a los fallecidos para enterrarlos en las iglesias y sus alrededores. A su paso contaminaba toda la ciudad.

Pero en realidad a la mayoría de los que estaban enterrados dentro de la muralla no los trasladaron, sobre todo a los que se encontraban en las capas más inferiores del cementerio. Por esa razón en muchas excavaciones aparecen multitud de momias.

Igualmente, este rey prohibió que se edificaran casas donde había personas enterradas hasta pasados 100 años, pero en Toledo esto no se respetó, debido a la falta de espacio, con lo que se construyó encima de los cementerios sin ninguna espera. De esta situación surgen todas las anécdotas relacionadas con fantasmas y espíritus. 

Os dejo una foto de las momias de San Andrés hechas por el magnífico fotógrafo toledano David Utrilla.


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