FUNDACIÓN. Aunque no se sabe con
certeza el porqué de la titularidad del monasterio, siempre ha habido mucha
devoción por parte de los cristianos a Santa Úrsula. Este fervor aumentó en el
en siglo XII, a raíz de una leyenda que hacía referencia al martirio de la
Santa. No es extraño que surgiesen fundaciones con el nombre de esta venerable
Santa.
Se sabe que en el lugar donde
está edificado el convento antes había un pequeño cenobio, allá por el año
1259. Aunque no hay documentos escritos que lo certifiquen, sí se encontró un frontal
en el altar del coro con esta fecha, lo que puede avalar esta fecha como la de
su fundación.
Los primeros años fueron
complicados para las religiosas, aunque su vida pobre pero sacrificada y de
religiosidad hacia los demás, hizo que algunos bienhechores adinerados
comprasen varias casas, solares y tierras de cultivo, que donaron a estas
religiosas, entre ellos el adinerado Ioan Díaz y su esposa.
En el año 1360 D. Diego González,
arcediano de la orden de Calatrava, dejó gran parte de su herencia a estas
monjas para que construyesen una iglesia, cosa que hicieron una vez que el
Cabildo les cedió unos terrenos junto al cenobio, lo que les permitió también
ampliar el monasterio. El apogeo del convento culminó con la dependencia de la comunidad
de Santa Úrsula en 1365 de la Orden de San Agustín.
ACONTECIMIENTOS. En el año 1661
veinticuatro monjas se vieron afectadas por una epidemia de difteria, siete de
las cuales murieron. El superior de la comunidad aconsejó abandonar el monasterio,
pero las religiosas decidieron permanecer en él acompañando a las
enfermas. De este suceso da fe un
documento que se guardaba en la sacristía. A partir de aquí la vida de las
religiosas fue de dedicación a la oración, bajo la regla de la observancia.
Más tarde, en el año 1808, con la
invasión de los franceses fueron obligadas a abandonar el monasterio, quedando
recluidas en el convento agustino de San Pablo de los Montes de Toledo, donde
permanecieron hasta mediados de 1809 que volvieron. Pudieron observar cómo
había desaparecido varias piezas de gran valor artístico. Sólo se salvaron
aquellos que escondieron antes de marcharse en un pozo
La comunidad inició un periodo de
pobreza, siendo obligadas a vender parte de sus propiedades rupestres. Otros
años difíciles para ellas fueron el año 1835, con la desamortización y la
exclaustración de conventos o las vicisitudes de la guerra civil española del
año 1936.
Hacia 1956 la priora Elena de la
Asunción fue la gran responsable de la recuperación de la comunidad. Instaló
una residencia para jóvenes estudiantes, que junto con la venta de mazapanes
pudo sufragar sus gastos principales. Finalmente, en el año 2015 el convento
fue cerrado debido a la falta de vocaciones y a la edad avanzada de las 4
monjas que quedaban. Dos de ellas están en el Convento de Las Gaitanas en
Toledo y las otras dos en las dependencias que la orden tiene en Talavera de la
Reina.
EL EDIFICIO. La iglesia consta de
3 naves con un ábside medieval que es de los más espectaculares que se
conservan en la región. Destacan los restos mudéjares de 1360, con el techo de
madera de la sacristía, formando estrellas de 8 y 16 puntas con un friso
alrededor. Hay que resaltar el espectacular retablo de “La Visitación”, obra de
Alonso de Berruguete de 1535 (ver foto). A la derecha del ábside se encuentra
una sala llamada «coro viejo». Se conserva la primitiva puerta de entrada, que
sirve ahora de acceso a la iglesia. En la fachada podemos ver tres ventanas con arcos de herradura apuntados, que a su vez están resguardados por otros lobulados.
El convento vivió varias reformas en los años 1.623 y
1.758, pudiendo observar actualmente varias dependencias, que giran en torno a
dos patios. La primera de estas reformas fueron pagadas por Don Antonio de Ulloa y su esposa Inés de Bazán, cuyos escudos podemos ver en la fachada. Esta remodelación afectó principalmente a la capilla mayor, lugar donde mandaron ser enterrados.
El retablo está constituido por
tres cuerpos, ocupando el superior el Calvario; una escena de la Visitación, la
parte central, rodeada de san Cristóbal y san Antonio; y el inferior, la
Virgen, acompañada por san Juan Bautista y san Sebastián.
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