Transcurre el año 117. Roma
domina medio mundo. Toledo es una de las ciudades más importantes de Hispania.
En ese año el emperador Adriano sucede a su padre, el emperador Trajano,
después de su fallecimiento.
Para celebrarlo, la ciudad de
Toletum estará de fiesta varios días. En el circo se celebrarán memorables
carreras de cuadrigas (carros tirados por 4 caballos en línea). El auriga que
más éxito tiene en esa época es el famoso Fulvio, que dirige a una cuadriga con
los mejores caballos. El centurión ha ganado la mayoría de sus carreras y es el
más aplaudido entre el pueblo.
Mientras Fulvio daba clases de
equitación a una familia noble de la ciudad, conoció a Marcia, una de las hijas
del ilustre señor, de la cual se enamoró.
La carrera más prestigiosa
comienza en el circo. Las gradas están llenas. Ha venido gente desde varios
kilómetros de distancia. Para esta carrera Marcia ha regalado a Fulvio los
cuatro caballos preciosos con los que va a competir.
Las apuestas en la arena del
circo son constantes. Aquel día Fulvio había apostado todos sus ahorros y sus
caballos. Antes de salir, Marcia le prometió matrimonio, pero sólo si conseguía
ganar la carrera. Todo iba bien, pero al pasar delante de la tribuna principal,
observa como Marcia coquetea con un joven noble. La noche anterior este noble fue
el invitado de honor a una importante cena a la que también asistió Fulvio.
Cegado por los celos intenta
concentrarse en la carrera, consiguiendo permanecer en primera posición. Pero
en la última vuelta observa pesaroso como los dos jóvenes ya no se encuentran
viendo la carrera. Fulvio, en el último momento, es adelantado y queda en
segundo lugar.
Pesaroso, triste, sólo y
angustiado pasea por las oscuras y estrechas calles de Toledo en dirección al
Puente de Alcántara. Al llegar al borde del puente decide subirse a la
balaustrada y quitarse la vida tirándose a las frías aguas del río Tajo. Cuando
está a punto de tirarse, un anciano le sujeta, le baja del puente y le convence
de que no hay que rendirse ante las adversidades, sino todo lo contrario, hay que
reponerse y luchar.
Finalmente, el anciano le cuenta
como el propio río Tajo al nacer se fue abriendo paso durante cientos de
kilómetros, a través de valles, mesetas y barrancos de forma majestuosa. Pero
al encontrarse con una enorme montaña en principio fue incapaz de dominarla,
pero con su esfuerzo, su tesón y su constancia consiguió abrirse paso entre sus
cimientos y atravesarla envolviéndola en su caudal y acogiéndola como a un
hijo, del que luego nacería el monte sobre el que podemos observar la ciudad de
Toletum.
El nombre actual que recibe el río es debido al “tajo” que provocaron
sus aguas para atravesar la montaña indomable.
Fulvio comprendió el mensaje que
el anciano le quería transmitir, y decidió empezar una nueva vida lejos de
Toledo como comerciante de caballos. Si un simple río venció a una montaña,
también la vida puede ir a mejor con optimismo y creyendo en uno mismo.
Muy interesante!! Tienes un blog muy bonito y haces una gran labor difundiendo estás historias. Un abrazo compañero!
ResponderEliminarMuchas gracias. Me alegro que te guste.
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