sábado, 25 de abril de 2020

LEYENDA ROMANA EN TOLEDO.


Transcurre el año 117. Roma domina medio mundo. Toledo es una de las ciudades más importantes de Hispania. En ese año el emperador Adriano sucede a su padre, el emperador Trajano, después de su fallecimiento.

Para celebrarlo, la ciudad de Toletum estará de fiesta varios días. En el circo se celebrarán memorables carreras de cuadrigas (carros tirados por 4 caballos en línea). El auriga que más éxito tiene en esa época es el famoso Fulvio, que dirige a una cuadriga con los mejores caballos. El centurión ha ganado la mayoría de sus carreras y es el más aplaudido entre el pueblo.

Mientras Fulvio daba clases de equitación a una familia noble de la ciudad, conoció a Marcia, una de las hijas del ilustre señor, de la cual se enamoró.

La carrera más prestigiosa comienza en el circo. Las gradas están llenas. Ha venido gente desde varios kilómetros de distancia. Para esta carrera Marcia ha regalado a Fulvio los cuatro caballos preciosos con los que va a competir.

Las apuestas en la arena del circo son constantes. Aquel día Fulvio había apostado todos sus ahorros y sus caballos. Antes de salir, Marcia le prometió matrimonio, pero sólo si conseguía ganar la carrera. Todo iba bien, pero al pasar delante de la tribuna principal, observa como Marcia coquetea con un joven noble. La noche anterior este noble fue el invitado de honor a una importante cena a la que también asistió Fulvio.

Cegado por los celos intenta concentrarse en la carrera, consiguiendo permanecer en primera posición. Pero en la última vuelta observa pesaroso como los dos jóvenes ya no se encuentran viendo la carrera. Fulvio, en el último momento, es adelantado y queda en segundo lugar.

Pesaroso, triste, sólo y angustiado pasea por las oscuras y estrechas calles de Toledo en dirección al Puente de Alcántara. Al llegar al borde del puente decide subirse a la balaustrada y quitarse la vida tirándose a las frías aguas del río Tajo. Cuando está a punto de tirarse, un anciano le sujeta, le baja del puente y le convence de que no hay que rendirse ante las adversidades, sino todo lo contrario, hay que reponerse y luchar.

Finalmente, el anciano le cuenta como el propio río Tajo al nacer se fue abriendo paso durante cientos de kilómetros, a través de valles, mesetas y barrancos de forma majestuosa. Pero al encontrarse con una enorme montaña en principio fue incapaz de dominarla, pero con su esfuerzo, su tesón y su constancia consiguió abrirse paso entre sus cimientos y atravesarla envolviéndola en su caudal y acogiéndola como a un hijo, del que luego nacería el monte sobre el que podemos observar la ciudad de Toletum. 

El nombre actual que recibe el río es debido al “tajo” que provocaron sus aguas para atravesar la montaña indomable.

Fulvio comprendió el mensaje que el anciano le quería transmitir, y decidió empezar una nueva vida lejos de Toledo como comerciante de caballos. Si un simple río venció a una montaña, también la vida puede ir a mejor con optimismo y creyendo en uno mismo.






2 comentarios:

  1. Muy interesante!! Tienes un blog muy bonito y haces una gran labor difundiendo estás historias. Un abrazo compañero!

    ResponderEliminar