LA IGLESIA. Situada cerca del Tajo, frente al cerro del Bu, podemos
encontrar la iglesia de San Lucas. Está enclavada en lo que fue un antiguo
cementerio, dentro del recinto amurallado. La torre con su campanario parece un
faro sobre el Tajo que nos hace reconocerla.
Se construyó en el siglo VII, con influencia mudéjar. Es una
de las pocas iglesias de Toledo que, tras la Reconquista y expulsión de los musulmanes,
mantuvo el rito mozárabe, rito que se conserva actualmente.
Ha sufrido muchas reconstrucciones, siendo la más destacada
la correspondiente a principios del siglo XVII, cuando se le añadió la capilla de la Virgen de
la Esperanza de estilo barroco. Igualmente, es destacable su precioso patio,
algo inusual en una iglesia.
CURIOSIDAD. Hacia el año 1520 los comuneros, entre ellos
María Pacheco, utilizaron una de las campanas de esta iglesia y otra de la
iglesia de Santo Tomé, para hacer cañones con ellas y poder enfrentarse al
emperador Carlos I.
LA LEYENDA DE LA SALVE. Debido a la enorme devoción que hay
en Toledo por la Virgen de La Esperanza, una fervorosa señora pagaba para que
cada sábado, cuando las campanas dieran las seis, se cantara una SALVE frente a
esta Virgen.
Al fallecer dejó su herencia a un sobrino, Don Diego
Hernández, pidiendo en su testamento que continuara con la tradición. Pero, su
sobrino, un noble capitán poco devoto en lo referente a lo espiritual, renunció
al pago de dicha Salve.
Sin embargo, cada sábado al dar las campanas las 6, los
vecinos escuchaban cantar la SALVE dentro de la iglesia, pero las puertas
siempre permanecían cerradas.
Curiosos ante aquel suceso, comunicaron este hecho a Don Diego. Escéptico, se comprometió a acudir a la iglesia el siguiente sábado, y
junto con el párroco y una inmensa muchedumbre de toledanos, escucharon que las
campanas repicaban solas a las seis de la tarde. Dentro del templo se escuchaba
un órgano y un coro de voces entonando la SALVE.
Sorprendidos, abrieron las puertas del edificio y vieron como
un coro de ángeles cantaban arrodillados a los pies de la Virgen de la
Esperanza, que estaba iluminada.
Al terminar la SALVE, todo se desvaneció. Don Diego se
arrodilló, pidió perdón a su tía por no cumplir la promesa, y desde entonces
llevó una vida espiritual, adquiriendo el nombre de Don Diego de la Salve.
Desde entonces es tradición cantar cada sábado la Salve en la iglesia de San Lucas. Uno de los cuadros que podemos ver en la iglesia representa esta leyenda.
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