La sal es un mineral blanco y cristalino que en la actualidad sólo lo conocemos como condimento para dar sabor a los alimentos. Curiosamente también se utiliza para la fabricación de objetos como el vidrio o los neumáticos.
Es considerado el condimento más
antiguo que conoce el ser humano. Tan importante era para nuestros antepasados,
que la mayoría de las grandes ciudades actuales están ubicadas en ese lugar y
no en otro, debido a que había cerca un yacimiento de sal. Tener o no sal en la
antigüedad era la diferencia entre la vida y la muerte, pues este mineral
permitía conservar los alimentos, aumentando de esta manera la duración de los
mismos y pudiéndolos comer cuando escaseaban en la naturaleza, sobre todo en invierno.
El nombre de la ciudad de Salzburgo
en Austria significa ciudad de la sal, debido a que aquí fue donde se encontró
la primera mina de sal de Europa de la que se tiene constancia. Esta mina de
sal primero fue explotada por los celtas y más tarde por los romanos. Hasta tal
punto fue importante la sal en época romana, que la mayoría de los asentimientos
procuraban que estuviese cerca de un yacimiento de sal. Incluso denominaban “vías
salarias” a todas las rutas importantes que conectaban sus ciudades. La palabra
salario deriva de la cantidad de sal que se les daba a los legionarios romanos como
forma de pago.
Las primeras informaciones
documentadas sobre la extracción y utilización de la sal la encontramos en
China, no en vano el norte del país es una zona montañosa y muy rica en lagos
salados. También hay referencias de la utilización de la sal en ritos funerarios
en el antiguo Egipto, incluso se han llegado a encontrar momias salvaguardadas con
sal.
Los yacimientos de sal actuales
que hay en la tierra están situados en lugares donde hace millones de años hubo
un mar salado, cuya agua se evaporó, quedando la sal. Expertos han calculado
que cada gota del mar contiene un 3,5% de sal.
Hay hasta expresiones y refranes ensalzando
la sal como “su amiga es la sal de la fiesta”, para referirse a que es la que
ameniza la velada, “en todo manjar, buena es la sal” o “cena sin vino y olla
sin sal, no es manjar”.
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