El día 2 de febrero se ha celebrado en muchas localidades de España la Candelaria o las Candelas en honor a la Virgen de la Purificación. Durante esta fiesta se conmemora la Presentación del niño Jesús en el templo de Jerusalén por parte de la Virgen María a los 40 días del nacimiento de Jesús. La conocida actualmente como la supuesta cuarenta que tiene que pasar la mujer que acaba de dar a luz.
En los primeros tiempos del cristianismo, era obligado que cada mujer se
presentase en el templo para purificarse a los cuarenta días de haber dado a
luz. Acudía con su esposo para llevar una ofrenda que podía ser un cordero si
era una familia rica o dos palomas si eran menos pudientes.
La fiesta de la Candelaria tiene orígenes muy antiguos, vinculada a las
religiones paganas precristianas. Según la tradición pagana simboliza el
comienzo de los días más cortos y la aproximación de la primavera. Las candelas
son la luz que nos trae el sol, representada por los hombres con velas o con el
fuego.
Entre los romanos esta fiesta tuvo una variante que se la hizo conocer como
Lupercalia. Consistía en una procesión de candelas (velas) pidiendo protección
contra la muerte y la fertilidad. Lupercus en la mitología romana era
considerado una deidad pastoral invocada para proteger la fertilidad.
También coincide este día con la celebración de uno de los festivales más
importantes del mundo celta denominado el Imbolc, que se realiza en el mes
de febrero y se continúa celebrando en Escocia, Gales e Irlanda. Durante estos
días se limpia o purifica todo para preparar la tarea que se avecina en la
estación siguiente con días cálidos y soleados.
En Gamonal, mi pueblo, durante todo el año hay unos habitantes del pueblo
llamados mayordomos, que cuidan de la Virgen de la Purificación, patrona del
pueblo, se hacen cargo de la limpieza de la iglesia, las flores y la
preparación de los pasos de Semana Santa.
La celebración comienza con la procesión de la patrona por las calles del
pueblo. Los mayordomos y sus familiares trasladan a la virgen desde la puerta
de la iglesia al altar, la madrina lleva una tarta, mientras lanzan al
aire almendras, piñones y confites llevados en una cesta junto con dos
pichones vivos, como se hacía en la fiesta pagana.
Por la tarde, como también es tradición, se pasan por el manto de la
Virgen, para recibir su bendición y protección, todos los niños y niñas del
pueblo nacidos desde el febrero pasado.
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