La calle toledana que va desde el final de la calle comercio, las más céntrica y transitada de la ciudad, hasta la bajada a la catedral, se llama Hombre de Palo.
Se la empezó a llamar así en
el siglo XVII. Hay varias teorías sobre la razón de tan curioso nombre:
- Una dice que había en esta
calle un muñeco estático de madera, que llevaba una hucha para recaudar dinero
con el propósito de construir un hospital cerca de esta calle, conocido con los
años como Nuncio Viejo.
- Otra afirma que hubo un
pequeño robot autómata de madera que daba vueltas en esta calle. Llevaba un
escudo en un brazo y un palo con un talego en el otro brazo. Se colocó aquí para
aplaudir el regreso al catolicismo de Inglaterra.
-Por último, hay quien dice
que este autómata de madera existió, pero que fue construido por Juanelo
Turriano para subsistir a la pobreza en que estuvo sumido. La razón de esta
penuria fue debida a que el rey Felipe II le mandó construir el llamado “Artificio
de Juanelo”, para trasladar el agua desde el Tajo al Alcázar. Pero cuando
terminó el monarca no le pagó la obra.
Este muñeco mecánico al
parecer hacía una reverencia cuando recibía algunos maravedís de los
transeúntes que pasaban por esta calle.
Algunas crónicas afirman que
la Inquisición quemó este muñeco de palo, porque lo consideraban obra del
demonio.
Si quieres saber muy resumida
la interesante historia del inventor Juanelo Turriano y la curiosa foto de la
recreación en madera del artificio de Juanelo, visita mi blog haciendo un clik
en el link: https://descubretoledoconmanuel.blogspot.com/2019/09/juanelo-turriano-matematico-inventor.html
CALLE ROBADA.
Nada más empezar la calle a la
izquierda podemos observar un callejón sin salida. La pared del fondo pertenece
al claustro de la catedral.
Durante la Edad Media en esta
ubicación había una calle y en los alrededores se encontraba la judería chica,
ocupada por muchos pequeños comercios regentados por judíos.
Curiosamente, hacia 1391 esta
zona sufrió un gran incendio que asoló todos estos comercios de los judíos. El
cabildo catedralicio aprovechó la ocasión para expropiar toda esta superficie,
construyendo posteriormente lo que es el actual claustro de la catedral,
robando la calle a la ciudad de Toledo para incorporarla al claustro, lo que
dio lugar a este callejón sin salida y al actual trazado de la calle.
Algunas fuentes afirman que
hay documentos firmados con anterioridad a este incendio, en los que aparecen
los planos del claustro de la catedral.
Como recuerdo de esta judería
sólo queda el nombre de la calle que hay frente a este callejón, la calle de la
Sinagoga.
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